Regina y la dieta
27 de junio de 2012
Viernes de limpieza y la ayuda de Regina. No hay mucho que callar de sus formas. Estoy seguro que un galeno le sustituyó ese par de órganos glandulosos y salientes que los mamíferos tienen en número par por uno igual, aunque mejorado en su forma e inerte. Verla me hace recordar que he sido ignorado por varias de las mujeres más hermosas del país y agradezco tenga la actitud de una fea, siendo tan guapa. “Se ve más delgado, Don”. “Menos gordo, Regina. Este año quiero dejar atrás la talla “resorte” y reingresar al mundo de las numéricas”. “A Jueves mi hijo le advertí que o bajaba de peso o lo castigaba. Está haciendo la dieta del milagrito. Y ya bajó”. “¿Cómo es?” “Pues por lo que he visto, en la primera etapa se permite comer de todo y en cualquier cantidad”. “¿Y la etapa dos?” “Me dijo que consiste en esperar un milagrito”. “¿Y cómo bajó de peso?” “Haciéndola. Lleva 4 días con diarrea. El martes se paró dos veces a la hamaca en la noche. Salió del baño y me dijo: 'Mamá, no te emociones, pero creo que acabo de inventar un nuevo color'”. “Con razón bajó, Regina. Deberíamos hacer una tregua y engordar todos juntos. Me preocupa la emoción que siento al ver tocino”. “No la rompa”. “La empecé al día siguiente de que me giré sobre la cama en la noche y sentí que había chocado con alguien… que resultó ser mi panza”. “Pues se le nota. Oiga, vi el anuncio de un libro que presentará con un tal Triay”. “Es un buen amigo”. “¿Y cómo cuánto gana uno con un libro?” “¿Dinero? Regina, ya es ganancia que pagues por él y te lo entreguen. De lo único que podrán acusar a Don Manuel y a mí, es de empobrecimiento ilícito”. “Regáleme uno”. “Te lo vendo”.
Cómprese uno. @glambarry
Por: Gastón Lámbarry