La Regina y la nueva chamba
27 de octubre de 2012
Venía la Regina bajando por la calle como cada viernes. Su cuerpo, ostentoso. Al verla, cualquiera comente sin dilación 5 de los 7 pecados capitales. Hay quienes dicen que la lujuria es la madre de todos los vicios. De ser cierto y por el hecho de ser madre, le debemos respeto. “Extírpame la nostalgia, preciosa”. Así la recibió el viejo vecino. “No empiece”. “Mi instinto animal está en peligro de extinción, Regina. Salvémoslo juntos”. La Regina lo ignoró. “¿Cómo está, Don?” “Desvelado. Cuando hay niños pequeños en casa, se duerme poco”. “Es horrible”. “La privación del sueño es considerada una forma de tortura, Regina. La autoridad debería investigar y actuar en consecuencia con los niños”. “¿Que ya no va a estar en la radio, Don?” “Me ofrecieron un interesante trabajo en el Congreso”. “¿No es ahí donde alguien se para y dice nada, nadie lo escucha y todos están en desacuerdo?” “No, no es así, Regina. Lo que ahí se dice y decide es muy importante e influye en todos nosotros. Ahí están representados todos los partidos y toda la población”. “¿Usted será de los que hablen?” “No. Ayudaré a comunicar lo que ahí sucede”. “¿Y no hacía lo mismo en la radio?” “Es diferente”. “No entiendo, Don. Pero bueno… felicidades. Qué bajo ha subido”. “Al contrario, Regina”. “¿Me pagará más porque será rico?” “Rico de físico, porque de dinero lo dudo. Llegará el momento en que tenga que explicar a mi descendencia las razones de mi empobrecimiento ilícito”. “Se le extrañará en la radio”. “Para nada, Regina. Hay que ser reemplazables siempre, porque si no lo eres, te quedas estancado”.
Esta columna se despide temporalmente por nueva chamba. Gracias a usted que la leyó hoy y muchas gracias si ya la había leído antes. Gracias, Milenio. @glambarry
Por: Gastón Lámbarry