Regina y Anselmo

15 de agosto de 2012

Regina y Anselmo

Viernes de limpieza en casa y de la visita de Regina para promoverla. Llegó contenta como casi siempre y con ese inconfundible tipo de ropa que muestra que está a la misma distancia de la pobreza alimentaria que de la medianía. Pertenece a la franja social de “los de en medio” que se mueven entre la pobreza extrema y la clase media baja. Las minorías que siempre han sido mayorías, para las que la única posibilidad que tienen de retirarse al final de la vida laboral, es muriéndose. Hace unas décadas, nos vendieron la descabellada idea de que para este siglo, habrían desaparecido nuestras calamidades: el hambre, la pobreza, las enfermedades y hasta la vejez. Qué equivocados estuvimos al creerles. “¿Cómo te ha ido, Regina?” “Bien, Don. Algo desvelada porque se murió el primo Anselmo y lo velamos en la noche”. “No me digas. Trabajó aquí hace años. ¿De qué murió?” “De muerte natural, Don. Sólo ella pudo con él”. “La mayoría de las muertes son naturales, ¿no?” “Pues yo creo. Pero tenía un carácter terrible”. “Sí, me acuerdo y tenía una seguridad en sí mismo que no iba acorde a su cuerpo. Le sobraban muchos kilos de grasa”. “Por eso le digo que fue natural que se muriera. Estaba tan gordo que lo tuvieron que incinerar dos veces, imagínese. En la primera vuelta, nos dijeron que había quedado crudo por dentro”. “Con eso no se bromea, Regina”. “De verdad, Don. Siempre decía que su problema no era de sobrepeso, sino de altura”. “Sí, me acuerdo que era de estatura poco ambiciosa. El sobrepeso es un problema de carácter nacional, Regina. Dentro de 20 años no habrá camas suficientes en los hospitales para atender las enfermedades producto del sobrepeso”. “Como dice el padre de la Iglesia, Don: 'Primero la comida, luego la moral'”.

@glambarry

Por: Gastón Lámbarry

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