Regina y la desigualdad
15 de octubre de 2012
Llegó la Regina lista para desquitar el sueldo ayudando en la casa. Con su vestir lacónico y ceñido, deja comprobar visualmente lo que cualquier entendido de las matemáticas sabe: las parábolas son las trayectorias ideales de los cuerpos que se mueven bajo la influencia exclusiva de la gravedad. Al verla, el instinto por dar continuidad a la especie se despabila, recordándonos que en la tribu diaguita se practicaba la monogamia y que acabaron por extinguirse. Triste historia la de esa tribu”. “Está bajando de peso, Don”. “Eso intento, Regina. Llegué a la edad en la que yendo diario a correr, nunca me veré tan delgado como el entrenador, pero con ir una vez a la semana a las quesadillas, me veo como la señora que las prepara”. “Nosotros estamos todos delgados en casa, Don. Y no por gusto. El dinero no alcanza”. “Y además vive la abuela contigo”. “Bueno, donde no comen siete, tampoco comen ocho”. “Lo sé. La distribución de la riqueza es una vergüenza, Regina. Es lo malo de vivir en un país donde la riqueza se individualiza y las pérdidas se socializan”. “Pues yo de eso no sé, Don, pero necesitamos ganar más dinero”. “La mayoría, Regina. Ese es el problema en México. Se considera a los pobres un elemento poco dinámico e ineficiente y los mantienen a flote con políticas sociales improductivas. Están seguros que haciendo más ricos a los ricos, en algún momento llegará la riqueza a los pobres. Creen que el camino a la prosperidad no es promoviendo el trabajo y buenos sueldos a la clase trabajadora para que se compren su casa, sino ayudar a aquellos que acabarán prestando dinero a los demás para comprar una casa”. “Eso dice el abuelo Don, que lo bueno de ser banquero es que robar no es delito, sino parte del trabajo”.
@glambarry
Por: Gastón Lámbarry