Regina y el dengue
09 de octubre de 2012
Ahí se veía venir a la Regina, como cada viernes. Ni la lluvia la obliga a cubrirse más de lo indebido. Los 75 años del vecino la esperaban en la calle. “Hola, princesa. Dime, ¿en qué parte del cuerpo tienes el botón de 'me gusta'?” “Ay, Don Carlos, está usted en esa etapa de la vida donde un 'he visto cosas peores', es un cumplido. Aprovéchelo”. Tengo que hacer algo con estos dos. “Regina, ¿fue dengue lo de tu hija?” “No sabemos, Don. Fuimos al Juárez y no me la quisieron recibir, que porque sólo reciben casos urgentes. Pregunté si nos teníamos que esperar a que se estuviera muriendo para regresar y me dijeron que sí”. “¿Y qué hicieron?” “Fuimos a otra clínica y ahí sí la recibieron”. “¿Y aún no saben qué tiene?” “Pues ese doctor es muy raro. El paciente antes de nosotros, le preguntó: 'Doctor, tengo los dientes amarillos, ¿qué puedo hacer?' El doctor le dijo: 'Pues póngase una corbata café'. Cuando entramos, revisó a la niña. Dijo que era neumonía. Le dije: 'Doctor, hay muchas personas a las que les han dicho que tienen neumonía y se muren de dengue', ¿y sabe qué me contestó? 'Señora, conmigo no. Si trato a alguien por una neumonía, se muere de neumonía'. Y pues estamos esperando a que se cure”. “¡Qué tipo!” “Cuando entró el siguiente paciente escuché que le dijo: 'Lo siento, me temo que le quedan como 3 minutos de vida'. El joven le gritaba: '¡Doctor, por favor, dígame que puede hacer algo por mí! ¡Haga algo por mí!' El doctor se quedó pensando y le dijo: 'Bueno, puedo traerle un huevo hervido, si quiere'.” “Es una vergüenza, Regina. En este país las leyes, los reglamentos y los juramentos son meras sugerencias. Las inundaciones que hemos tenido no son porque esté lloviendo mucho, sino porque nos estamos hundiendo muy rápido”.
@glambarry
Por: Gastón Lámbarry