La transparencia y veracidad son necesarias.
04 de marzo de 2013
La importancia de la transparencia radica en mantener la congruencia entre lo que se ofrece y lo que se entrega.
Por ejemplo, si una autoridad reúne una cantidad de dinero para construir una obra que la comunidad requiere puede cumplir con sus obligaciones construyendo un camino de calidad con el presupuesto adecuado o puede desviar el dinero construyendo un camino que deja mucho que desear o pidiéndole lana al constructor o inflando los precios; y a veces, tal cual, robándose el dinero, pero si no hay información de lo que se iba a construir, de lo que se construyó y de lo que costó, entonces ¿cómo vigilar el trabajo de dicha autoridad?
Por otro lado, una sociedad que elige a sus gobernantes a través del voto tiene como objetivo recompensar con el voto al político que sabe gobernar y castigar al que no sabe hacerlo. De esta manera, a través del voto, podemos premiar al político que cumple con su palabra.
Lo anterior es sencillo de decir con palabras y difícil de lograr en una sociedad fácil de corromper, plagada de intereses y grupos poderosos. Es difícil de lograrlo en una sociedad que ve como normal el abuso de los poderosos y de aquellos que se consideran paridos por los dioses. Es muy complicado cuando muchos individuos quieren recibir pero no tienen interés en aportar. Cuando los derechos humanos protegen al delincuente en lugar de a la víctima.
Pero para romper ciclos, sin importar cuanto tiempo pase, el primer paso es definir el problema y visualizar lo deseado, es decir, expresar con palabras el problema y perfilar con inteligencia las posibles soluciones. Todo esto es parte de la tan anhelada democracia.
Sin embargo, no hay manera de decir algo si desconocemos lo que se ofreció y lo que se hizo. Por ello se requiere información. Y es aquí la pregunta que deseamos compartir con usted, estimado radio escucha ¿es correcto preguntar a la autoridad cuestiones de su administración? El espíritu de la ley de transparencia es que los gobiernos municipales, estatales y el gobierno federal pongan en la mesa toda la información para que los ciudadanos sepamos qué están haciendo y cómo lo están haciendo. Si las administraciones de los gobernantes fueran eficientes, fácilmente expondrían los datos, pero cuando hay ineptitud, chanchullos, triquiñuelas, compromisos, favoritismos o negocios sucios, entonces requieren ocultar o maquillar la información.
Y es en este punto donde los ciudadanos debemos presionar. Hoy en día, es obligación de los mexicanos preguntar y exigir información precisa. Sin esta información, no es factible la reflexión y el seguimiento del trabajo de nuestras autoridades. Y si no existe el seguimiento por parte de la comunidad de las tareas de los funcionarios, entonces no tiene sentido votar y menos aún, la democracia. Saldría más barato fabricar un rey y acercarse a él, de rodillas, a pedirle favores. Pero hasta donde sabemos, muchos de nuestros antepasados dieron su vida por desterrar la monarquía y construir un México democrático. Todavía nos queda mucho por hacer.
Editorial 4 de marzo 2013