El Mundo al Instante...

15 de mayo de 2017

El Mundo al Instante...

Once de la mañana en una calle estrecha y con más baches que pavimento. Un viejo perol  a la sombra de un árbol, negro por el humo pero con el olor típico de la manteca. Junto a él un hombre ya entrado en años mueve que mueve con un madero; en cuestión de minutos estaría lista la chicharra.

A escasos metros un tendejón donde adquiero una coca para mitigar el calor, me la dan a través de una reja en la que prácticamente sólo pasa mi mano. La mujer, de mediana edad, ni saluda ni responde al saludo, no sonríe. ¿Su rostro? Inexpresivo, presionado o asustado. Ella solo despacha, nada detrás de la reja parece importarle.

Estoy en el Sur de Mérida, en San Antonio Xluch, cerca del penal. Mérida parece haberse detenido en este sitio desde hace varios lustros, es una zona marginada, olvidada de las autoridades, de nosotros los meridanos y quizá hasta de Dios mismo.

Con la lentitud que pasan los días transcurren los años. Unos padres Salesianos se han instalado en la zona, tras ellos llegan hermanos Maristas, las madres de Teresa de Calcuta construyen por ahí su convento. Algún  Ayuntamiento comenzó a llevar servicios, con ellos unos campos deportivos, más y mejores escuelas.

Pero es tal la necesidad que no se puede curar el cáncer con una aspirina. Todo parece diluirse ante la necesidad extrema, aunque a decir verdad, el Sur parece haber reanudado la marcha, la miseria y el hambre continúan, las pandillas siguen ahí sembrando miedo y causando daño, pero se vislumbra al fin una luz al final del túnel.

El nuevo Ayuntamiento de la ciudad apostó debidamente a balancear un poco la desigualdad, hizo de la calle 50 una de las mejores avenidas y de las sombras surgieron de inmediato merenderos, salones de belleza y tiendas sin barrotes. La gente sale a la calle hasta en horas de la noche. La zona vive.

Muchos son los problemas en el Sur. Uno principalísimo es su falta de conexión con el Norte meridano, los separa la extensa superficie del aeropuerto y eso evita la fluidez  vehicular. Para esa, y otras carencias, la Comuna actual parece tener la medicina.

Hoy por hoy está invirtiendo en el Sur más del 50 por ciento de los 450 millones de que dispone para la repavimentación de calles en la capital, incluirá en ese trabajo de vialidad un circuito sureño que rodee el aeropuerto y logre unir norte con sur, hacia el lado Poniente, de tal forma que miles de personas ya no tendrán que tomar dos camiones para ir, por ejemplo, a la Ciudad Industrial.

Además, les construirá una unidad deportiva con cancha de fútbol y gradas, un gimnasio techado con el equipo más moderno y necesario, tendrá áreas verdes, y un edificio amueblado y con computadoras donde los sureños no sólo aprenderán el manejo adecuado de aquellas PC sino que podrán hacer diversos trabajos de captura que se contraten ya sea en el interior del país o en el extranjero.

 

El Sur al fin sonríe, vislumbra un amanecer más justo y placentero.

Nota escrita por

Manuel Triay

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"Sonrisa Sureña"

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