El Mundo al Instante

27 de marzo de 2017

El Mundo al Instante

Hay definiciones que no alcanzan la magnitud de las palabras, como es el caso del silencio: "Estado en el que no hay ningún ruido o no se oye ninguna voz".

Incompleta y pobre, el silencio es cómplice, remanzo, martirio, soledad y dolor, unión y separación, amor y desencanto; ruido ensordecedor.

El silencio nos acerca y nos aleja de nosotros mismos, nos permite conocernos, nos deja mentir, saber de nuestros amores y desamores. El silencio es celoso y adivino, nos encapsula en el mundo que querramos y sólo cuando logramos romperlo volvemos a la vida real.

El silencio es nuestro mejor escudo y nuestro mejor consejero, nuestro mejor compañero cuando el amor nos da la espalda, es el bálsamo que sana heridas y desconsuelos, es el odio, generador de miedos y emociones… de soledad; nuestro ayer y nuestro hoy, es cómplice y es verdugo.

El silencio es nuestra cruz en el valle de la soledad, el precio a pagar cuando nuestras culpas nos encierran: es el recuerdo de batallas perdidas, recompensa a nuestras victorias, nuestro momento de triunfo  en la mullida cama; es remanzo cuando el estrés y la incomprensión se apodera de nosotros.

Silencio no es incomunicación ni ausencia de ruido, hay silencios sonoros, los hay que alimentan el espíritu, silencios cómplices, que unen y separan, que dan paz y que atormentan, que son pausas reflexivas, aliados de la soledad. Son cárcel cuando nos rodean sin consentimiento, y libertad cuando huimos del mundo.

Mi silencio, el propio, enjuga mis lágrimas cuando el hierro de la indiferencia lacera mis sentimientos, es la compañía fiel en mi fuga de mi mismo; es escucha y es vocero, me alienta cuando estoy caído y encamina mis pasos cuando mi verdad se topa con el laberinto ciego de tu ausencia.

 

Mi silencio, el propio, es el sostén de los años que acumulo, el generador que alimenta mis impulsos, el que me saca adelante cuando la pesada losa de mis sentimientos amenaza con sepultarme. Mi silencio es pausa y claustro, alcahuete de mis mentiras y omisiones, mi silencio es mi otro yo, sabe de mí como tanto se de él. Mi silencio es la palabra que agradece tu compañía.

Nota escrita por

Manuel Triay

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"En el ruidoso silencio…"

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