El Chapo y Chilchota: el trabajo continúa
26 de marzo de 2014
Después de ver el encuentro del presidente Enrique Peña Nieto con habitantes del municipio de Chilchota, Michoacán, queda claro que para el gobierno federal la tarea en materia de seguridad no terminó tras la captura de Joaquín Guzmán Loera; por el contrario, sigue a paso sostenido.
Y es que el gran golpe al crimen organizado que significó el prendimiento del líder del Cártel de Sinaloa (el más buscado del mundo, tras la muerte de Osama bin Laden) no hizo más que incentivar el ritmo de la estrategia para procurar seguridad y tranquilidad a las regiones del país castigadas por la delincuencia.
Michoacán es un caso complejo, es una entidad federativa lastimada por años de desentendimiento, cuando no de franca apatía de las autoridades estatales, incluso federales, que catalizó el crecimiento del crimen y sus redes de hostigamiento social. El clima de hartazgo de las comunidades llevó a algunos de sus integrantes a armarse de valor y de fusiles para hacerse justicia por propia mano. Armados todos, delincuentes y ciudadanos, Michoacán se convirtió, literalmente, en un polvorín.
A pesar de las condiciones extremadamente difíciles en que la región se encontraba cuando Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia, recuperar los espacios públicos, las vías de comunicación (bloqueadas por uno y otro bando), las actividades productivas, la vida cotidiana, ameritaba un proceso gradual, pero firme. Y mucho diálogo.
La escena en Chilchota es parte fundamental de ese proceso, tan importante como las pláticas con las guardias comunitarias para que el Estado recupere el monopolio de la fuerza pública que le corresponde, es el diálogo con las comunidades, y el diálogo directo, sin resquemores ni condiciones, porque en la reconstrucción de su cotidianidad los michoacanos tienen mano.
Por eso ver al presidente Peña Nieto abrirse a la comunicación franca, sin protocolos, con los habitantes de Chilchota deja un muy buen sabor de boca: el camino para recuperar el terreno perdido es también la acción coordinada de todas las instancias de gobierno, y en esto la administración federal ha dado el ejemplo, incluyendo la supervisión directa del primer mandatario.
Y esta acción ocurre a días de la detención del más buscado, cuando siguen lloviendo los reconocimientos al gobierno mexicano desde todas las latitudes.
La labor de los cuerpos de seguridad prosigue; el diálogo con quienes hace años dejaron de creer en el gobierno está en pie. Pero es muy alentador constatar que la tarea social, la atención a quienes perdieron la tranquilidad y ahora la recuperan poco a poco, es también prioridad para el gobierno federal.
Coordinador del Comité Nacional Editorial y de Divulgación del CEN del PRI.