Así viven los huelguistas de la Uady

20 de enero de 2015

Así viven los huelguistas de la Uady

“Han sido días muy difíciles, pero estamos convencidos de nuestra causa” comentaron empleados de la Asociación Única de Trabajadores Administrativos y Manuales de la UADY, quienes durante días han custodiado las entradas de los diversos edificios administrativos de la universidad, así como los campus de licenciaturas y las preparatorias, desde el estallido de su huelga el pasado viernes 16 de enero.

En grupos de 5 a 10 personas pasan 8 horas, lo que dura cada turno, haciendo sus rondas de vigilancia, por lo que han armado campamentos improvisados para soportar las largas horas del día bajo el sol o para resguardarse del frió de las madrugadas.

Casas de campañas, mesas con los artículos más necesarios, como agua, comida, algunos platos y vasos, sillas, toldos para resguardarse del sol y, carteles con pensamientos como: “Salarios Justos” “Luchamos por un aumento justo” e incluso “No abandonéis a mis indios” cubriendo el busto de Felipe Carrillo Puerto, a la puerta del teatro del mismo nombre, propiedad de la Universidad y que está bajo el cuidado de los huelguistas.

Estas son algunas opiniones de los trabajadores que se encontraban en su guardia, a las puertas de dicho teatro:

"Es muy cansado, el frío por ejemplo para los que tienen nocturno y para los que vienen en la mañana si hay lugares que les da mucho el sol y si es muy cansado…"

"Hasta que la universidad ceda y el rector apruebe nuestra propuesta estaremos nosotros regresando a las labores…"

"Han sido días muy intensos, pero estamos en pie de lucha y seguimos fuertes y con toda la energía para seguir adelante…"

Tanto los trabajadores que se encuentran a las puertas del teatro Felipe Carrillo Puerto, como del edificio central de la UADY, hicieron algunas gestiones con el dueño de un estacionamiento público a media cuadra de donde ellos se encuentran para utilizar el baño, mientras que la comida se la encargan a otros compañeros que les llevan sus raciones y unos cuantos refrescos, para que así los centinelas no abandonen sus lugares.

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En campamentos improvisados para cubrirse del intenso sol en el día y del frío en las madrugadas.

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