Regina y la deuda

24 de septiembre de 2012

Regina y la deuda

Llegó la Regina, como cada viernes. Lista para ayudarnos con las faenas de la casa, dobló en la esquina mientras Don Carlos con sus 75 años, alisaba su guayabera. (No confundir con Don Carlos, el que escribe aquí a mi derecha, que además de ser un buen amigo, es considerablemente más joven… que mi vecino, no que yo). Me dijo desde su puerta: “¿Por qué será que teniendo curvas tan aerodinámicas, ofrece tanta resistencia?” Razón tiene, en cuanto a las curvas. Sólo de verla, se llega a la conclusión de que eso que llaman “consciencia”, es lo que duele cuando uno logra provocar júbilo a ciertas partes del cuerpo con ayuda y de manera clandestina. Se le paro enfrente a la Regina y le dijo: “¡Aquí estoy! ¿Cuáles eran tus otros dos deseos?” “Ay, Don Carlos, ando ocupada. ¿Lo podría ignorar en algún otro momento?” Callado. “¿Cómo ha estado, Don?” “Bien”. “Oiga, cuénteme, ¿cómo va la nueva alcaldía?” “Han sido días difíciles para la administración. Imagínate, el otro día un hombre intentó arrojarse desde el balcón de Palacio Municipal. Los equipos especiales de seguridad actuaron de manera inmediata y lo detuvieron justo antes de saltar. Hubo momentos de tensión mientras lo convencían de regresarse a su oficina en la presidencia municipal y seguir resolviendo la deuda que le dejaron. Esa misma tarde, un hombre con una máscara de Renán Barrera intentó asaltar un banco y acabó escapando. O fue eso o en la desesperación, al alcalde se le ocurrió una manera original y emocionante de reducir el déficit”. “Ay Don, dicen que queda tan poco dinero, que han visto a políticos usar de su propio dinero para comprar sus cosas”. “Pues sí, pero no todos son así. El 98% de los políticos se han encargado de hacerle mala fama a los políticos restantes”.

@glambarry

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