Los arcos de Mérida, puertas de una muralla que nunca se concretó en Mérida

08 de noviembre de 2013

Los arcos de Mérida, puertas de una muralla que nunca se concretó en Mérida

A finales del siglo XVIII, cuando Mérida temía constantemente un ataque de filibusteros que merodeaban las costas de Yucatán, los encomenderos pretendieron imitar a Campeche solicitando la edificación de una muralla que rodease la ciudad.

Aunque nunca se concretó la muralla, se empezaron a construir en 1690 sus entradas en forma de arcos, algunos de los cuales perduran hasta hoy, explica el historiador colonial Jorge Victoria Ojeda.

Estos son los arcos de Dragones, del Puente y de San Sebastián. Se piensa que había uno más en el poniente del primer cuadro de Mérida, en el camino a Sisal. A partir de 1725 se levantaron otros hasta llegar a ocho en toda la ciudad, pero muchos se convirtieron en escombros al paso del tiempo.


El arco del barrio de San Juan es el único que tiene mantenimiento. Su nombre correcto es arco de San Sebastián porque en su nicho está la imagen del santo, patrono de los viajeros. En la época colonial, la edificación era la salida a Campeche.

El doctor Jorge Victoria Ojeda, quien estudió documentos de Yucatán en al Archivo General de Indias de Sevilla, explica que los tres arcos sobrevivientes son los más antiguos que hubo en Mérida.

Es probable que cuando se construyeron en 1690, los arcos de la calle 50 estaban en el monte y sin ninguna construcción a su lado, motivo por el cual no tuvieron puertas, como algunos investigadores suponen. Son el inicio de la muralla que nunca se construyó en Mérida.


Jorge Victoria Ojeda es el pionero del primer proyecto de rescate del cementerio general de Mérida, que se presentó al Ayuntamiento de Mérida hace 5 años.

Ante el arco del Puente, ubicado en la calle 50 por 63, este investigador colonial, ruega que esta edificación no se caiga y se venda como escombro muy pronto. Hasta el momento, cuando nadie reclama su reparación, sólo el bar “El Arco” que está a su lado le hace justo homenaje.

A finales del siglo XVIII, cuando Mérida temía constantemente un ataque de filibusteros que merodeaban las costas de Yucatán, los encomenderos pretendieron imitar a Campeche solicitando la edificación de una muralla que rodease la ciudad.

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