La migración y la especulación ocasionan asentamientos fantasmas en Yucatán

La migración de campesinos y la especulación inmobiliaria ocasionan que pueblos, comunidades mayas y fraccionamientos de Mérida se conviertan en paisajes de casas abandonadas, predios en ruinas y calles fantasmas, revelan investigaciones.
Peto se ha convertido en el emblema del abandono de asentamientos humanos en Yucatán con ocho comisarías que registran un alto porcentaje de viviendas vacías como consecuencia de la migración de sus habitantes varones indígenas a la Rivera Maya y Estados Unidos.
Una investigación antropológica señala que en Yucatán hay 60,000 casas deshabitadas, abandonadas o que se ocupan sólo unos días al año. El 50% de esas viviendas está en mal estado y el resto está en manos de especuladores inmobiliarios que las compran para vender más caras en el futuro.
El Plan Estratégico de Mérida aclara que muchas casas de interés social de fraccionamientos nuevos son adquiridas por personas de Campeche y Quintana Roo, que casi nunca las habitan.
En la comunidad petuleña de Justicia Social, 60% de las viviendas está abandonada y en 40% sólo viven mujeres, niños y ancianos, que afrontan carencias de transporte, servicios públicos, falta de trabajo y ausencia de hombres migrantes, quienes en muchos casos caen en adicciones o en la delincuencia en Quintana Roo o ciudades de Estados Unidos.
En Kanasín, una cuarta parte de las casas únicamente se ocupa unos días al año. En las cabeceras de Peto, Oxkutzcab, Motul, Mocochá, Baca y Chocholá hay 18% de desocupación de las casas. En el meridano fraccionamiento La Ceiba en 16% las casas no vive nadie. La pregunta importante es cómo devolverle a la vida a los pueblos fantasmas de las regiones indígenas de Yucatán.