La columna ... Wendy Aguayo

Un día después de la balacera en el bar Blue Parrot en Playa del Carmen,  un comando armado atacó las instalaciones de la fiscalía General del estado de Quintana Roo con sede en Cancún y el llamado C4, lo que desató una serie de persecuciones y balaceras en varias partes de la ciudad dejando como saldo 4 personas muertas y varios heridos. El clima de inseguridad y la presencia del crimen organizado en Quintana Roo se ha venido resintiendo desde años atrás , un problema que han dejado crecer y hoy se ven las consecuencias.

    Miles de yucatecos trabajan en el vecino estado, viajamos constantemente a disfrutar de las playas de la Riviera Maya y Cancún, es por eso que nos preocupa. En redes sociales se percibió la solidaridad y asombro pues vivimos cerca, demasiado cerca. Tan es así que la maquinaria de seguridad en Yucatán se echó a andar y se blindó prácticamente al estado sobre todo la zona oriente.

Todavía recuerdo cuando  en abril del año pasado, el Congreso del Estado aprobó el empréstito solicitado por el Ejecutivo Estatal por la cantidad de 1,500 millones de pesos para el programa Escudo Yucatán, que será destinado a infraestructura, obras y equipamiento que fortalezcan la seguridad en la entidad.

El programa, presentado por el gobernador Rolando Zapata Bello, contempla que la entidad cuente con un total de casi 1,800 cámaras de vigilancia con tecnología de reconocimiento facial, tres cercos de blindaje en áreas estratégicas al igual que equipamiento para la policía estatal y las municipales.  Muchas fueron las voces que criticaron tal aprobación pues tildaban de estratosférica la cantidad de dinero para tal rubro.

Después de los sucesos en Quinta Roo me he puesto a pensar que en Yucatán vivimos en una burbuja, que en cualquier momento puede romperse; es por eso la necesidad de que los tres órdenes de gobierno continúen  trabajando para que Yucatán, siga siendo el estado más seguro del país.