Explotación laboral infantil; una realidad que pasa inadvertida
09 de julio de 2015
Esta historia comienza cuando las últimas gotas de una intensa lluvia refrescan la ciudad. Son las 11 de la noche, las calles de la urbe están casi vacías, oscuras y silenciosas; alguien se nos aproxima, se escuchan pasos acompañados de una sobra que se dibuja bajo la tenue luz de un cigarro: es Luis, tiene 13 años y lleva abrazado un ramo de flores, con las que se gana la vida.
Aquel pequeño caminaba solo sobre la calle 66, casi esquina con la 65. Era la hora habitual de su jornada nocturna y se nos aproxima con acostumbrado pregón: flores, lleve una a la novia.
Nos aproximamos al florista y sostuvimos el siguiente diálogo:
-¿Luis, cuántos años tienes?
-13
R: ¿a qué te dedicas Luis?
L: a vender flores
R:¿hace cuánto tiempo que vendes flores?
L: hace siete años
R: empezaste a vender a los…
L: a los seis
R: ¿y cómo es que inicias con la venta de flores?
L: pues es que me gusta vender flores, las personas me dicen que les gusta que yo hable así como hablo, que soy bien educado.
Luis, a diferencia de muchos niños, tiene que rendir el doble: por el día acude a la escuela y durante las noches sale a las calles a trabajar.
L: Me levantó cuando voy a vender tarde, me levanto como a las once de la mañana, así dando las doce y media me voy a clases.
R: ¿Te levantas a las once, que haces cuando te levantas?
L: Me estoy alistando, estoy poniendo bien mis cosas
R: ¿La tarea a qué hora la haces
L: Bueno la hago, bueno hay veces la verdad no la hago, pero hay veces cuando yo llegue de la escuela la hag
R: ¿A qué hora sales de la escuela
L: Hay veces salgo a las seis, cuando mi maestra está de guardia a las cinco
R: ¿estás en primaria o secundaria?
L: en primari
R: ¿En qué año?
L: en quinto.
A pesar de los desvelos y de las extensas horas de trabajo, Luis es un niño gustoso de las matemáticas.
R: ¿Cómo te va? Ósea ¿Cómo te va en la escuela?
L: Pues bien
R: ¿Qué materia te gusta?
L: Matemáticas
R: ¿Te gustan los números, no se te hace difícil?
L: No, porque cuando vendo flores saco cantidades
Esta es una de cientos, quizá miles de historias que a diario se repiten en esta extensa Mérida, donde niños en vez de jugar trabajan, en vez de divertirse se desvelan, en vez de estudiar mantienen a sus familias.
En nota subsecuente le ofreceremos la segunda parte de esta entrevista, en la que Luis hace un informe sobre cuántas flores vende, cuánto dinero gana y que hace con esas ganancias.
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Lo peor de los niños que trabajan es que suelen tener jornadas nocturnas en las que están expuestos a múltiples problemas.