El silencio no es para los inocentes...
24 de febrero de 2017
“Me acusaron de secuestro, pero los secuestradores eran ellos porque me llevaban a un lugar que yo no conocía”.
“Lloraba en ese momento, decía ¿qué hice para estar en este lugar? Creí que estaba en el infierno”.
“Estaré contenta cuando se acabe la injusticia. Estaré contenta cuando nos respeten como indígenas. Mientras, no estoy contenta”.
Esto dijo Jacinta Francisco al describir lo que vivió durante poco más de tres años en prisión acusada de secuestrar a 6 agentes de la desaparecida Agencia Federal de Investigación en el 2006.
Ella y dos mujeres más fueron condenadas a 21 años de cárcel y pagar una multa de 90 mil pesos.
Cuando se supo del caso hubo recomendaciones para la PGR del Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, casi hasta del propio Dios y no fue hasta el 2010 cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación revoco su sentencia y las declaro inocentes.
A tantos años de estos hechos, el pasado martes las tres indígenas queretanas fueron protagonistas de una ceremonia protocolaria donde el Gobierno mexicano a través de Procuraduría General de la Republica les ofreció una disculpa oficial ya que se reconoció que su juicio estuvo lleno de irregularidades, además de que nunca se les asigno algún interprete en su lengua que les asistiera, y está de más decir que la propia acusación suena increíble.
Aquí es donde seguramente a usted amable radio-escucha quizás le venga esta interrogante, ¿Cómo a veces la ley puede actuar tan expedita en casos como este y no para encerrar a verdaderos culpables que han saqueado estados enteros? Ah pero siempre nos salen con que “no hay pruebas suficientes”, “que no se puede actuar sobre la ley”, “que se está llevando un proceso minucioso para evitar irregularidades”, y toda sarta de incongruencias que vienen a reafirmar lo que algunos maestros me han enseñado, “la ley no es sinónimo de justicia, y la justicia muchas, pero muchas veces no solo es ciega, es sorda y hasta muda”.
Quizás el único pecado de estas tres mujeres fue “no tener los medios para defenderse al no contar con un bufete de flamantes abogados como los que tienen los ricos, para poder poner la ley a su favor.
Hoy Jacinta dice que en vez de sentirse contenta está enojada, porque quien le devuelve a ella el tiempo de sufrimiento y ausencia por no estar con sus hijos, en una entrevista para un medio nacional esto dijo.
Cito textual:
Trato de ser feliz, pero no podré serlo, no, por lo que me pasó a mí, sino porque uno escucha que hay desaparecidos, que matan gente, que no estamos protegidos, así no se puede sonreír, dicen que mi caso es el último, no les creo, hay que luchar por los que sufren, por los que están en las cárceles sin haber hecho nada”
Cierro cita.
Plausible que un gobierno reconozca errores, pero mejor sería reconocerlos a tiempo para no caer evitar más Jacintas
Nota escrita por
Rigel Alonzo
La ley no es sinónimo de Justicia