El esquizofrénico caso Colosio
26 de marzo de 2013
El olvido siempre es la mejor manera de borrar el pasado. Las lagunas mentales quieren borrar los vestigios históricos de un crimen y evadir responsabilidades. El esquizofrénico caso Colosio tuvo cinco fiscales, diferentes líneas de investigación que opacaron más el proceso en lugar darle luz; osamentas sembradas, una bruja vidente, acusados que salieron libres, un asesino confeso, Mario Aburto, que para muchos fueron varios “aburtos” y la percepción colectiva de un asesinato de estado.
Se cumplieron 19 años de un crimen que sigue dando para documentales, para entrevistas, para homenajes póstumos, cada vez más cautelosos, que van de los ideales de un candidato a los actos proselitistas del gobierno en turno.
El caso Colosio está cerrado: un sólo asesino, material e intelectual, purga una condena de 45 años en el penal del altiplano, antes Almoloya de Juárez. 19 años que asoman un rostro diferente de la justicia mexicana. Un caso tan manoseado tendría otro desenlace en nuestros días.
El asesinato sigue siendo un agravio para los hijos del candidato, y porque no decirlo para los propios priistas.
La transparencia en la justicia debe ser el reclamo social para que no haya más historias torcidas con la injustica, que no quede al aire ninguna especulación de los culpables de delitos, que no sea la imaginación quien dicte sentencia y se acabe de una vez por todas con la frase de “que la cárcel es para los pobres y para los tontos”.
Editorial de 26 de marzo 2013