Violencia y más violencia...

09 de octubre de 2018

Violencia y más violencia...

Al aire, el Gobierno de la República transmite un anuncio que probablemente usted, estimada y estimado radioescucha, ha escuchado. Es sobre los derechos laborales:

“Fragmento de anuncio”

Hace dos semanas, en una reunión, una de las participantes platicó, que hace algunos años, un funcionario de la SEP, apenas recibió el puesto, metió a su oficina una cama... la cual, según esto, no utilizaba para descansar.

Entre los restos del espejo observo la anécdota de una persona preguntando cuándo llegará el aumento, llegó después de dos años y sólo fue de 10 pesos. Esta persona lleva años trabajando en el mismo puesto, levantándose al alba o regresando de noche. Al parecer ahora busca incorporarse a la policía “porque ahí son mejores las condiciones laborales”.

Por doquier veo reflejos con historias similares, por ejemplo, de jóvenes a los que hacen firmar una carta en blanco y en caso de despido, si estos jóvenes denuncian, la utilizan para llenarlas y crear contra-demandas a estos mismos jóvenes.
El abuso laboral sigue siendo un gran problema, el abuso de funcionarios, también, el abuso dentro de las familias, también.

Pareciera que el abuso se combate con abuso. Si lo que digo es cierto, tenemos que enfocarnos en cambiar el chip, de no hacerlo, la violencia seguirá siendo la tónica de México, tal y como se vivió en el siglo XIX, cuando Porfirio Díaz, creció en Oaxaca, jugando a los soldaditos al tiempo que veía pasar soldados de verdad. Lo peor de todo, es que solo con dictaduras, el país ha logrado cierta paz... hablo de la monarquía española, hablo de Porfirio Díaz, hablo de 70 años del PRI.

¿Acaso no podremos encontrar la paz sin tener que poner un látigo represor? ¿Vivir con un látigo es vivir en paz?

A mi parecer, el primer paso es apoyar a las familias, sin importar lo diversas que sean, a darle los elementos para que crezcan a nuestros niños en ambientes amorosos, respetuosos y con implementación de límites que todos sus integrantes respeten. Segundo, facilitar las herramientas para que las futuras familias puedan decidir el momento oportuno de procrear.

 

Nota escrita por

Bernardo Laris

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