Una tarde en el Santuario de la Virgen de Guadalupe
12 de diciembre de 2013
A medio día del 12 de diciembre con una actitud de respeto nos acercamos a este lugar de meditación de miles de yucatecos, quienes venidos de muchos senderos, depositan sus sueños, tristezas, alegrías y pérdidas inevitables de la vida en la parroquia de San Cristóbal.
Bajo el cielo nublado ambientado por fuerte viento y lloviznas, el seminarista José Manuel Paredes Alpuche bendice a los antorchistas de toda la península, como símbolo de bienvenida a este terreno sagrado para los fieles guadalupanos. Vienen de Chiapas, Guadalajara y el Distrito Federal. Son originarios de Sisal, Peto, Tetiz, Espita, Tecoh, Izamal y Río Lagartos.
La escena parece una postal. El 70% de los feligreses viste alguna prenda con la imagen de la virgen. Los niños están ataviados como Juan Diego. Una nueva costumbre llama la atención. Antorchistas de Ticopo han traído desde México en un viaje de 13 días estatuas de 1 metros de la Virgen Morena. Las llevan sobre sus espaldas.
Los vendedores de cochinita y panuchos de la parroquia dicen que les fue de perlas. Pero otros opinan diferente. Alberto Juárez dice que este año la venta de medallas bajó 50%. Así piensa Sandra Medina Huchim, cuya venta de fritangas disminuyó 50%. Se atribuye el descenso a las lloviznas.
En el interior de la iglesia, frente al presbiterio era común ver a madres tomar fotos a sus hijos vestidos de Juan Diego. En el presbiterio sólo podían permanecer tres religiosas que colocaban arreglos florales en el altar mayor de la iglesia.
Al final de la jornada los antorchistas pedían una oración frente a las oficinas de la iglesia, donde las emociones arrancaban las lágrimas de los fieles antes de emprender el viaje de regreso a casa.
A medio día del 12 de diciembre con una actitud de respeto nos acercamos a este lugar de meditación de miles de yucatecos, quienes venidos de muchos senderos, depositan sus sueños, tristezas, alegrías y pérdidas inevitables de la vida en la parroquia de San Cristóbal.