Una esperanza en Yucatán a 67 años de la Bomba Atómica

07 de agosto de 2012

Una esperanza en Yucatán a 67 años de la Bomba Atómica

Para promover la paz en México, niñas y niños yucatecos empezaron a plegar mil grullas de papel en un taller de valores que se impartió el sábado en la biblioteca de Chicxulub Pueblo, en vísperas de la conmemoración de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima, cuya radiación enfermó de leucemia a cientos de pequeños nipones.

En el taller “Las mil grullas de Chicxulub”, unos 20 niñas y niños de Mérida y el Pueblo del Cráter se inspiraron en la historia de la niña nipona Sadako Sasaki, quien tenía dos años cuando recibió la lluvia negra radiactiva de la bomba atómica.

Una milenaria leyenda japonesa asegura que si una persona dobla mil grullas de origami o papiroflexia, la vida le concede su deseo más grande, aquel anhelo inspirado en los sentimientos más profundos y transparentes.

En el sanatorio Sadako Sasaki plegó pacientemente 644 grullas o tsurus de papel antes de alzar el vuelo. Sus pequeños amigos simbólicamente terminaron las mil grullas con la esperanza de que nunca más una guerra ocasione la muerte de la niñez en el mundo.

Actualmente, en Hiroshima hay un Parque de la Paz donde está escrito en piedra: “Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: Paz en el mundo”.

La infancia que acudió al primer taller de valores “Las mil grullas de Chicxulub” recitó el poema o Haiku que Sadako Sasaki escribió en su grulla de papel: “Escribiré paz en tus alas y tu corazón volará en todo el mundo para nunca más un niño muera de esta enfermedad”.

En el taller “Las mil grullas de Chicxulub”, unos 20 niñas y niños de Mérida se inspiraron en la historia de la niña nipona Sadako Sasaki, quien tenía dos años cuando recibió la lluvia negra radiactiva de la bomba atómica.

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