Teodolito urbano
29 de diciembre de 2014
Si nos comparamos con otras ciudades del país, no estamos tan mal, pero tampoco estamos bien. Nos hemos acostumbrado y aceptamos como normal y hasta de buena gana, nuestra forma de vida, tan es así, que otros mexicanos se la creen y están abandonando su terruño para venir al nuestro; sean éstos bienvenidos en la medida que respeten nuestra idiosincrasia y no traten de imponer la suya.
Pero lo importante es que todos compartimos el mismo espacio urbano, nos movemos y nos trasladamos de nuestras viviendas para visitar amigos, al trabajo, al comercio, a socializar en espacios públicos o privados, en instalaciones deportivas, sin olvidar ni ser menos los espacios para el culto de cualquier creencia.
Pero, ¿realmente somos una ciudad, a la que ahora se le da por llamar competitiva, accesible, segura, con conectividad?; de verdad, ¿somos una ciudad para el Siglo XXI?
Lamentablemente no, nuestro comportamiento como pobladores urbanos, más no como ciudadanos que se refleja en el hacer ciudad, nos sitúa en el Siglo XIX, tipología característica de las ciudades Post-Liberales, aunque por esnobismo, más que por convencimiento, hemos incorporado algo de las ciudades modernas de los Siglos XIX y parte del XX, esto es desde el año 1890 hasta la década de los 70’s, adoptando modas, estilos, leyes, reglamentos, normas y hasta los programas urbanos, para intentar y soñar una utopía, la re-orientación del concepto urbano de ciudad.
Ahora bien, si hemos demostrado una gran capacidad de respuesta en algunos temas, estoy seguro que tenemos la madera y las habilidades para hacerlo en el tema de la recuperación de la ciudad para el ser humano, nos falta pulirnos en materia de ciudadanía, combinando educación y respeto, actitudes positivas y propositivas, voluntad de hacer y, curiosamente lo menos, pero también importante, los recursos para lograrlo.
Por muchas circunstancias, el primer tercio del 2015 será estratégico para iniciar la necesaria re-ingeniería urbana desde nuestras respectivas trincheras, desarrollando el sentido de pertenencia, reconociendo los derechos humanos en materia urbana, adecuando nuestras leyes reglamentos y normas para hacerlas más claras y propositivas, en vez de prohibitivas, desalentadoras y operadas a modo, con el único fin de procurarnos una ciudad incluyente, segura y con accesibilidad universal. Ya hay propuestas, hay que consensuarlas y llevarlas a la práctica.
Tenemos una circunstancia que también puede ser favorable, estaremos en año electoral, por lo que será interesante conocer las políticas y las propuestas de los partidos y sus candidatos sobre qué piensan y cómo hacerlo para mejorar las condiciones humanas en la vida urbana, sub-urbana y rural. Lo único que no necesitamos son promesas; urgen las metas, aunque sean pocas, y cumplirlas en plazos reales.
Este es el comentario, del arquitecto:
Manuel J. Castillo Rendón.