Teodolito urbano

26 de junio de 2014

Teodolito urbano

Amigos, buen día:

Un tema recurrente, es la participación ciudadana en los asuntos del gobierno, lo que se ha dado por llamar la gobernanza.

Este comportamiento es de un alto nivel cívico que exige, de gobernantes y gobernados, un análisis y un diagnóstico serio para encontrar las soluciones a situaciones que se presentan en una sociedad, apoyándose en un marco de leyes, reglamentos y normas que, en nuestro caso, son las relativas al quehacer urbano.

Las leyes General y Estatal de Asentamientos Humanos vigentes, reconocen y fomentan la participación ciudadana durante la elaboración de los Programas de Desarrollo Urbano del Estado, municipios y de los centros de población, para que durante las audiencias públicas programadas, se puedan analizar y debatir con argumentos, las propuestas de ordenamiento.

Pero la realidad es que la asistencia de los ciudadanos a este compromiso cívico, es nula, no les interesa.

¿Cuál es el resultado?

Al que se le llama ciudadano, sujeto que no es ni la remota imagen aristotélica, no le interesa para nada lo cívico hasta que siente afectados sus intereses, y arma un escándalo mediático para crear escenarios de abuso, intolerancia, negligencia, en donde la más de las veces, solo hay perdedores.

Las quejas se relacionan directamente con dos funciones urbanas, la vialidad y los usos del suelo. Ambas, establecen las condiciones para que puedan construirse y funcionar  desde una vivienda, hasta industrias, pasando por todos los géneros de equipamientos y de servicios.

Así pues, los temas de mayor interés mediático tendentes al cruce de navajas, corresponden a los expendios de gasolina, antenas de telefonía, talleres y comercios.

En estos casos tenemos: una norma de ordenamiento y tres partes involucradas, el que solicita una licencia de uso del suelo, construcción y funcionamiento,

los vecinos que se dicen afectados y, la autoridad municipal que otorga o niega las licencias.

Me pregunto, ¿Las partes, cuando se discutió el Programa, participaron en su elaboración?  

Si no participaron, ¿conocen las disposiciones establecidas para el sitio objeto de la discusión y si es o no permitido lo que se pretende construir?

Esto lo digo, porque tanta razón tiene el propietario e inversionista de un predio a que no se lesionen sus derechos, como también, el que los vecinos no vean afectados los suyos, y siempre debe valer las normas y los argumentos, no las opiniones.

Finalmente, la actitud de la autoridad municipal, si ésta es capaz de ejercer a cabalidad la encomienda que se le dio, aplicando las normas vigentes, u olímpicamente evade su responsabilidad para que el asunto vaya al Tribunal de Justicia Electoral y Administrativo del Poder Judicial del Estado, para luego el ayuntamiento asumir el papel de víctima hacia ambas partes, diciendo, “me ordenaron”, yo no fui.

La corrupción no solo es autorizar lo que no se puede, sino negar lo que sí se puede. 

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