Que lloren, el "miguelito"... se fue

La afición beisbolista yucateca se encuentra de luto, ya que uno de los íconos de la cultura ha emprendido un viaje eterno, el famoso “Miguelito, el rey de los pastelitos” quien falleció la mañana del sábado 9 de los corrientes, a la edad de 78, a causa de un infarto fulminante en Umán.

Miguel Aarón Echeverría Ontiveros, mejor conocido como “Miguelito, el rey de los pastelitos”, por décadas fue considerado como un personaje emblemático entre los aficionados al beisbol, ya que siempre estuvo presente en todos los partidos de los Leones de Yucatán ofreciendo sus inigualables pastelitos de jamón y queso.

Alcanzó fama nacional e internacional debido a su producto de calidad y a su gran simpatía, y por supuesto por la forma peculiar de anunciarse con gran ritmo en los estadios y en cualquier lugar donde promocionaba sus pastelitos:

"Se oye el rumor de un pregonar, que dice así, que Miguelito aquí está, llegó..."   

Ya no se escuchará más su famosa frase ¡que lloren niños, que lloren!, pues se apagó la luz para este célebre personaje.

Don Miguel desde muy joven comenzó con la venta de pastelitos, pero la fama de “Miguelito” comenzó hace unos 55 años en un partido de los Leones en el parque Carta Clara en el que se fue la luz, y el narrador “Primo” Abraham le pidió que dijera el orden del bat para los aficionados, lo cual hizo de manera fascinante gracias a su voz potente generando una gran ovación entre los espectadores.

Desde entonces fue conocido como uno de los personajes más queridos por la afición beisbolera, sin embargo, desde hace 12 años que por cuestiones de salud ya no acudía al Parque Kukulcán.

Desde pequeño, Miguelito se dedicó a la venta de periódicos lo cual lo llevo a conocer a otro ícono del cine y la música mexicana, Pedro Infante. Ya como vendedor de pastelitos conoció a Celia Cruz en un concierto que ofreció en la Plaza Grande y años más tardes tuvo la oportunidad de viajar a Miami participando en el programa “Sábado Gigante” con Don Francisco en donde recibió las llaves de esa ciudad.