Paracaidistas durmieron a la intemperie

04 de marzo de 2016

Paracaidistas durmieron a la intemperie

Cayó la noche y la pesadilla aumentó: dormirían a la intemperie porque ahora carecían hasta de aquellas casuchas de cartón y plásticos en las que vivieron los últimos meses. Habían pasado un día horrible: despertaron con el ruido de tractores que barrían con todo, estaban siendo reubicados de un terreno que invadieron; sabían que esto iba a ocurrir, se los habían advertido, pero nunca les dijeron cuándo.

 

Así fue, sin previo aviso. Como pudieron salvaron lo que pudieron: ropa, un traste viejo, alguna lámina o una madera, en fin que era lo único que tenían. ¿Enojados? Desde luego, los estaban reubicando a un terreno que algún día será suyo, pero esa no era la forma que esperaban, no era el trato digno al que tienen derecho.

 

NotiRasa los visitó en su nuevo asentamiento, son más de 150 y de nueva cuenta están levantando sus hogares, el caos salta a la vista, sus escasas pertenencias están regadas por todas partes, entre la tierra y los escombros del terreno irregular: ropa, platos, juguetes, todo amontonado. Parten de cero.

 

El terreno se los asignó el Instituto de Vivienda de Yucatán, son lotes de 7 metros de ancho por 20 de fondo, les dicen que pasado el tiempo serán suyos; hoy carecen de lo indispensable, no hay luz eléctrica, apenas disponen de una toma comunitaria de agua que es insuficiente.

 

Ahí nos encontramos a Gloria, madre de tres hijas, que vive diariamente la tragedia de ser pobre: hasta lavar la ropa es para ella un reto:

 

“Ha sido difícil, por nuestros hijos, necesitamos agua para lavar los uniformes, tenemos que acarrear agua para poder lavar, yo lavo sobre una mesa de plástico; en el caso del baño cada quien tiene su espacio, pero al terminar se le tiene que echar cal para que no vengan las moscas y no se peguen en los cubiertos…”

 

Las precarias condiciones de vida los exponen a todos a enfermedades, principalmente por el fecalismo al aire libre, nos comentó la señora María José, madre de un pequeño de apenas tres meses, quien ha vivido entre polvo y escombros desde el día en que nació.

 

“Tengo dos hijos y teníamos que pedir agua a los vecinos, no tenemos luz, con velas estamos, al fondo hacemos nuestro solar, ahí vamos al baño, ahorita pues a vivir los espacios que nos dieron y a seguir con los papeles, yo ahorita tengo un bebe de solo 3 meses…”

 

 

Aunque la mayoría se mostró contenta de haber recibido por fin un terreno que estará a su nombre, la travesía apenas comienza, ahora ellos esperan poder ingresar a algunos de los programas del IVEY para tener acceso a una vivienda digna, así como gestionar ante el Ayuntamiento los servicios públicos más indispensables.

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Como parte del desalojo destruyeron las casas en las que habitaban, ahora comienzan desde cero en un nuevo hogar

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