Luis, el pequeño florista
16 de julio de 2015
El ambulantaje en Mérida es un problema en expansión que incluye por igual a hombres y mujeres, ancianos y niños. En el caso de estos últimos en una muestra palpable de la explotación infantil que no parece importarle a nadie.
Luis, es un pequeño que comenzó su carrera de florista desde los seis años, hoy tiene 13 pero continua su trabajo nocturno de calle en calle, expuesto a todos los peligros de la noche, sobre todo por su edad.
Además, este pequeño acude por las tardes a la escuela, ya que actualmente cursa el 5° grado de primaria y tiene especial interés en las matemáticas.
Lamentablemente, su pasión por esta materia le ha llevado a darse cuenta que mientras más pasan sus años, sus ventas disminuyen. Y es que Luis va creciendo, ya no es el niño de 6 años que despertaba ternura, ahora a sus 13 con más frecuencia las personas suelen decirle que no a su pregonar.
“La verdad no, porque yo estaba chico y si me compraban flores, así como ahorita ya no me compran casi porque ya estoy bastante grande”, relató.
Cada noche, Luis acude a un establecimiento a adquirir sus flores, en promedio, vende unos 25 ejemplares a 30 pesos cada una.
Reportero: ¿Cuántas llevas normalmente?
Luis: Normalmente, un paquete y trae 25 flores, o hay veces trae 24 nada más.
Su jornada laboral suele terminar a las 5 de la mañana, tiene que esperar que salgan los trasnochados que acuden a los bares, a las discotecas o a otros centros nocturnos para poder iniciar con la venta.
R: ¿A qué hora llegas a tu casa?
L: La verdad llego como a las 6:30, hay veces me quito y me quedo en las maquinitas a jugar. A veces llego como a las 7:30 de la mañana a mi casa
R: 7.30 de la mañana ¿y qué haces, desayunas en tu casa o en algún otro lugar?
L: Desayuno en el mercado
R: ¿Qué comes?
L: Como salbutes de huevo
R: Y llegas a las 7:30 de la mañana ¿Qué haces?
L: Me acuesto a dormir
Nos inquieta saber que piensa la madre de Luis respecto al trabajo de su pequeño y enseguida obtenemos respuesta: desde que tenía 6 años mi mama me manda de trabajar, ella considera que es bueno para mí porque de esa forma voy a aprender a sacar a delante a mi futura familia
R: ¿En este caso que haces con el dinero?
L: La verdad se lo doy a mi mama, pero lo que a mí me regalan me lo quedo yo
R: ¿Y te dan buena propina?
L: Si, pero eso no es diario
R: ¿No es diario?
L: No, depende, en propinas mayormente cuando no hay casi venta saco como 100 pesos, y aparte la venta de las flores.
R: ¿Qué haces con ese dinero, como lo utilizas?
L: Aparte que compro algo para que coma, la agarro para mis maquinitas
Por fortuna para Luis, a pesar de las dificultades, de los problemas, él a sus 13 años aún conserva un sueño.
R: ¿Tienes algún sueño?
L: Si
R: ¿Cuál?
L: No sé, me da pena
R: Los sueños pueden parecer tontos, pero de eso se tratan los sueños
L: ¿Qué quiero ser de grande?
R: ¿Cuál es tu sueño, que quieres ser de grande?
L: Contador
R: ¿Por qué quieres ser contador?
L: Porque me gustan las matemáticas.
Ya desde el papel de la sociedad, como autoridad, como medio de comunicación o como una persona común; todos somos en parte responsable de que el sueño de Luis jamás se apague, y que siempre mantenga encendida aquella luz que le da esperanza a su vida.
A su corta edad, trabaja, estudia y quiere ser contador