Lecciones de vida de niños sabios, santos y maestros del Hospital O´Horán
03 de septiembre de 2013
En este tiempo en que cada día más yucatecos jóvenes ponen fin a sus existencia con sus propias manos, una pequeña de 11 años nos enseña a inclinarnos al destino que nos toca disfrutando en plenitud y ligeros de equipaje todas las experiencias sencillas de felicidad que nos regala la vida aquí y ahora.
Esta es una de las lecciones profundas de Dariana Guadalupe Chunab Mosqueda, quien desde enero pasado recibe tratamiento contra el cáncer en la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital O´Horán, donde recibe el aprecio de médicos y enfermeras junto a otros pacientes sabios, santos y maestros como ella.
Dariana está consciente del dolor y la tristeza que le produce la enfermedad. Sin embargo, mientras llueve en su corazón tiene mucha fortaleza para soportar operaciones y agresivas quimioterapias, fuerza interna que se nutre del amar incondicional de sus padres, a quienes la situación ha unido más.
A su corta edad, esta simpática niña, originaria de la comisaría de Xcumpich, sabe perfectamente qué es encontrar el sentido verdadero al sufrimiento.
Mientras espera el día para ver completamente sana a Dariana, don Eric Alberto Chunab Puga expresa que las circunstancias de su hija son un reto que aumenta su fe en Dios, quien le inspira a levantarse las veces que se derrumbe en el camino y a estar esperanzado cuando está más desesperado.
Cada vez que dan de alta a Dariana Guadalupe en el O’Horán, su madre, la señora Neydi Carolina Mosqueda Carrillo ve un nuevo inicio en la aventura de vivir. Confiesa que después que detectaron el cáncer a su campeona ve la vida con otro significado.
Desde muy pequeña, el Sol de la vida del matrimonio Chunab Mosqueda siempre ha querido graduarse de oncóloga cuando llegue su mayoría de edad. Como todo niño con una enfermedad que lastima mucho el cuerpo, Dariana tiene ampliada su sensibilidad espiritual y por eso sabe cuántos años vivirá.
En una sociedad ahogada por la competencia del ego, donde los padres sólo aman condicionalmente a sus hijos si éstos los complacen en sus deseos sociales, doña Carolina y don Eric recalcan a los padres de todo Yucatán que amen a sus hijos tal como son, que no esperan a pasar un reto para decirles que los admiran, que los aceptan y que pertenecen a su corazón. Tomados de la mano, esperan decir pronto que la enfermedad de Dariana fue sólo un sueño, un trago amargo temporal.
En este tiempo en que cada día más yucatecos jóvenes ponen fin a sus existencia con sus propias manos, una pequeña de 11 años nos enseña a inclinarnos al destino que nos toca disfrutando en plenitud y ligeros de equipaje todas las experiencias sencillas de felicidad que nos regala la vida aquí y ahora.