La insalubridad en los terrenos invadidos está a flor de tierra
14 de mayo de 2015
Cada una de las 150 familias que invaden un terreno más allá del periférico, detrás de Xmatkuil, es una historia distinta, unidas por la aventura y el riesgo al hacer algo malhecho, además de sobrellevar juntas las necesidades y soportar hasta lo inimaginable, como el hedor de animales muertos que otros vecinos menos desventurados les arrojan.
La superficie ocupada, al parecer del Instituto de Vivienda de Yucatán, es de aproximadamente 300 metros cuadrados. Ha sido desmontada y chapeada por los propios vecinos, quienes también emparejaron el terreno y, en forma por demás rudimentaria, lo urbanizaron con callejuelas y cierto orden en la distribución de las chozas de cartón, piedras, tablas y plásticos.
Como anticipamos carecen de cualquier servicio, de cuando en cuando un chofer de pipa les regala agua, la indispensable para el baño y la cocina, aunque desde luego no es potable.
La lucha de estos invasores es de 24 horas todos los días, toda la semana, algo así como 24- 7. Y a los peligros naturales que enfrentan, como el fecalismo al aire libre, se une el gran número de animales muertos que gente sin escrúpulo les tira cerca de sus casuchas, , entre ellos un jaguar, o tigrecito como alguien lo llamó.
Norma Millán Dzib Tuk, de 20 años, nos comenta respecto al lugar donde vive:
“Tiran perros, todos tiran basura, siempre estaba bien feo, de hecho yo le tomé fotos con el teléfono de mi esposo, como estaba cuando venimos así, y cuando yo vi la gente, dije pues yo no tengo casa donde estar, estoy con mi concuña y ya agarre la casa, pero si estaba muy feo acá.”
La señora July Linares, de 34 años de edad, se acercó al reportero y comentó: yo vi un auto lujoso desde donde arrojaron un tigrecito muerto, justo a unos metros de donde construí su casa.
“Estos terrenos ahorita que ya se quedaron limpios, ya hay gente viviendo ya no está tirando nada acá. Pero están los de en enfrente, hace como 15 días o un mes, trajeron ese animalito a botar, de hecho lo iban a tirar enfrente de los ministeriales, pero como vieron que salí con mis hijos no tiraron nada, porque yo pensé que basura iban a tirar, llegaron a dos cuadras, dieron la vuelta y regresaron, antes del periférico se pararon, salió el muchacho tiro la bolsa y después volvió a regresar y lo tiro más lejos, pero nosotros sabíamos que algo malo había tirado, pensamos que un bebe o algo, pues fuimos y lo abrió un muchacho que estaba con nosotros y vimos que era el tigrecito que estaba tirado allá, hasta le tomó fotos y en su celular se ve más clarito, y si me dice ¿sabes qué? si es un tigrecito, está bebe todavía, y si esta torturado se ve que lo lastimaron porque tenía así como pelada su colita, y la parte de su nariz estaba partida, cortado estaba y hasta aquí de su hociquito se veía que estaba cortado”.
El reportero se introdujo en la maleza para observar lo que quedaba de aquel animal, un jaguar sin duda: lo retrató y luego consultó con el médico veterinario zootecnista Marcos Díaz, quien afirmó que por la complexión parece un Jaguar, pero que debido al estado de descomposición y el cráneo dañado no era posible afirmar con certeza de que especie se trata.
Una cosa hay cierta: las condiciones en que se vive ahí, en el sur del sur profundo, son visiblemente insalubres.
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Al fecalismo al aire libre se suman los animales muertos, entre ellos un jaguar, que arroja gente inconsciente junto aquellos caseríos.