La Catedral de Yucatán desvela alguno de sus rincones secretos
04 de abril de 2014
La enigmática Catedral de Yucatán, el corazón religioso de casi millón y medio de católicos yucatecos, rompe con su tradicional hermetismo y abre de par en par algunas de sus entrañas secretas y que durante siglos estuvieron ocultas a los sentidos de cualquier persona que no estuviera vinculada al clero.
A 452 años del inicio de su construcción, este templo-fortaleza desvela a la curiosidad y el asombro de visitantes locales y turistas de todo el mundo pasillos y habitaciones reservados en sus fríos muros renacentistas, que cientos de indígenas mayas edificaron de 1562 a 1598.
A iniciativa del rector de la Catedral, presbítero Gaspar Arceo Castillo, desde hace tres semanas se ofrecen recorridos que prácticamente atraviesan muros del templo y que narran su historia.
El paseo inicia en el atrio, frente a la fachada del imponente edificio. El historiador Ángel Gutiérrez Romero nos ayuda a comprender lo que vemos cotidianamente, pero no sabemos qué es o qué significa. Empieza narrando el momento en que se trazaron de los cimientos en 1562 en un solar de la antigua Ichcanzijoó por orden del rey español Felipe II, cuyo escudo de armas, en parte, aún se conserva en el frontispicio.
En el marco de piedra labrada de una de las entradas principales vemos un boquete que es cicatriz de un cañonazo de los agitados años revolucionarios. En la torre sur nos indica la carátula del reloj inglés instalado en 1735.
Ya en el interior de la Catedral subimos por unas escaleras de caracol que nos conducen a una plataforma que aloja al órgano tubular del coro, construido en 1938 con la cubierta de madera de su antecesor que destruyó Salvador Alvarado en 1915. Desde aquí se admira el Cristo de la Unidad, tallado por el escultor español, Ramón Lapayesse y colocado en los años 60’s.
Bajamos y luego accedemos a la torre norte a través de otro caracol de 103 escalones que donde hay rejas de hierro antiguo que estuvieron cerradas muchos años. En el camino nos topamos con el Cuarto de los Campaneros, donde se expone una serafina, libros de oración, un pabellón de 1942 que elaboraron panaderos en honor al Santo Cristo de las Ampollas, una foto original de esta imagen y accesorios de viejas campañas.
De esta habitación pasamos a un reservado y angosto pasillo que comunica a la torre norte con la torre sur. En este túnel hay ventanitas o troneras que recuerdan el diseño militar del edificio religioso.
Seguimos ascendiendo y llegamos al Cuarto de los Búhos, esculturas de barro que alguna vez sirvieron, según se cuenta, para ahuyentar a las palomas. En las paredes de esta pieza hay inscripciones en bella letra manuscrita que dejaron como testimonio de su presencia campaneros en 1864, 1903 y 1957, por ejemplo.
Continuamos subiendo y llegamos al Cuarto de las Campanas, donde hay cinco de estos artefactos de varios tamaños. La más antigua fue fundida en 1618. En la torre sur hay el mismo número de estas piezas de bronce.
El recorrido termina el techo de la Catedral, un escenario desde donde se puede observar una vista panorámica de Mérida. Los paseos, de una hora en promedio, están disponibles los sábados, en español e inglés, a las 10 de la mañana y 4 de la tarde por una cuota de recuperación de 50 pesos para adultos. Vale la pena realizarlo.