El silencio no es para los inocentes...

Aun sin poder comprender que estaba sucediendo en Quintana Roo,  al otro lado del país, en Monterrey,   otra nota sacudió de manera dramática a todos los mexicanos, la información, “un menor ataco a balazos a su maestra y compañeros, para luego suicidarse.

Todo esto nos hace preguntar a los que vivimos en esta nación, ¿qué está pasando? ¿Qué estamos haciendo mal?  ¿Será que estamos creciendo sin preocuparnos cómo? ¿El respeto a la raza humana se va diluyendo, y solo  es un mito que nos cuentan los abuelos?

Cuando hubo alguna vez hubo  civismo en el plan de estudios de las escuelas públicas, nos enseñaban que la familia es la base de la sociedad, ahí es donde se crean los héroes, los buenos o los villanos del tejido social, y es que a veces como padres sentimos que educar a los hijos es tenerlo al día con todas  las cosas que necesita, como si una tableta o celular pudiera transmitir todos los buenos valores que ya ahora está pidiendo a gritos nuestra sociedad.

Le pregunto a usted padre de familia y sea sincero consigo mismo   ¿hoy ya platico con su hijo? ¿Qué deporte le gusta? ¿Quiénes son sus amigos? ¿Qué disfruta hacer? ¿Qué quiere hacer de grande? ¿Le ha platicado del respeto, del orden, de la armonía? Si respondió a todo,  siga así por favor,  porque usted entregara a un hombre de bien para la sociedad, pero si no ……no se preocupe ……mejor ocúpese porque nunca es tarde para transmitir buenos sentimientos  a nuestros hijos.

Porque a veces los buenos valores  parecen  que tienen  vigencia y se van  acedando poco a poco, y lo digo por las imágenes que circularon en las redes de lo sucedido en el Colegio que ahora nos ocupa, personas que sin pensar el daño que pudiera ocasionar a los familiares de las víctimas en minutos infestaron el Facebook con  un video atroz, horrible, podríamos juzgarlos y decir que no era su intención, que no sabían que la violencia se propaga también por compartirla de esa manera, que lo registrado en esa cámara solo le incumbe a las autoridades y no a una sociedad lastimada, dolida, sentida pero sobre todo con miedo.

Ya no caigamos en ese cliché ya pasado y nos digamos  ¿Qué México le estamos heredando a nuestros hijos?  Mejor hagamos una pausa y preguntémonos ¿Qué México puedo yo reconstruir con mi familia?.