El rostro del 132.
31 de mayo de 2012
El movimiento Yo soy el 132 sigue creciendo pero la duda de cuáles son los rayos que lo guían, es legítima y nos la hacemos muchos de los que estamos entre el 133 y el 112 millones. El tronco de un árbol pierde la vertical cuando la luz del sol no cae del zenit. Las sombras producen que un arbol crezca torcido y como dice el dicho "árbol que crece torcido jamás su tronco endereza".
Pero este no es el caso, al menos hasta ahora. Lo que podemos observar es un esfuerzo del movimiento por alejarse de López Obrador, aunque no sea fácil. La historia nos recuerda que los movimientos que suspiran aires de libertad suelen ser frenados por el ala moderada que busca lograr algunas reformas o suele ser arrastrado por el ala radical que desea la destrucción del status quo.
Por el momento, los esfuerzos se concentran en democratizar los medios, aunque no es claro lo que esto significa, ni sus consecuencias. Al buscar la democratización de los medios es muy fácil brincar al control de los contenidos. Lo cual terminaría con la democracia misma.
Dar concesiones a todo el que las solicite llevaría a descapitalizar a la industria de radio y televisión, lo que probablemente acelere el proceso de concentración de medios de alto rating, porque solo las trasnacionales tendrán la capacidad de pagar contenidos de alto impacto. Contra esta concentración de audiencias, la estatización de medios será una alternativa que tentará a quién ostente el poder.
A estas alturas, el famoso 132 ya logró que Azcárraga y Salinas Pliego pongan a disposición del debate sus canales de cobertura nacional. Este logro por si solo demuestra que el 132 es poderoso. Falta conocer su verdadero rostro.
Editorial del 31 de mayo 2012