Doña Candita, la mujer de las tortas y el inmenso corazón
08 de junio de 2015
Me gustaría tener mucho dinero y ayudar a todos los pobres, dice Candelaria Farfán Domínguez con gran entusiasmo y felicidad, mientras se encontraba la noche del pasado lunes regalando comida a todo aquel que lo necesite, como ya es su costumbre, en las afueras del Hospital O´Horan. Esa noche regalo más de 300 tortas, hechas con jamón, queso y elote, y acompañadas con un vaso de horchata.
Fue a raíz de que su hijo estuvo hospitalizado, precisamente en el O’Horán, cuando Candelaria, una mujer campesina de 59 años, conoció en carne propia lo que es vivir dos semanas en las afueras de un hospital, donde ella al igual que muchas personas de escasos recursos padeció hambre, sufrió frio, sin lugar donde dormir, además de la permanente preocupación de tener a un familiar enfermo.
Sin dinero, ni siquiera para comprar una botella con agua y un pan, doña Candita como también es conocida, sobrevivió gracias a la comida que personas le regalaban por las noches a ella y a otros cientos de familiares. A partir de ese momento se propuso que después que se aliviará su hijo, acudiría a los hospitales a regalar comida a quienes más lo necesitan
De día Candita es una mujer dedicada al campo, suele salir a deshierbar y a destroncar terrenos de los vecinos, por lo que recibe alguna paga. Que si tiene dinero, ni hablar de eso, ella en promedio gana 50 pesos diarios, pero su generosidad la lleva a pedir ayuda de algunos vecinos y familiares y con ese apoyo cada semana recolecta dinero para después preparar más de 300 tortas y llevarlas a las afueras de los hospitales.
En esos nosocomios algunos trabajadores ya la conocen, saben que ella junto con algunos familiares acude a ayudar a los más necesitados. Esta señora es un ejemplo de vida, un ejemplo de ser una ciudadana de verdad, de dar sin esperar nada a cambio, de ayudar al que menos tienen. De siempre tener siempre una sonrisa.
Soy pobre, pero hay más pobres que yo, por eso es que decido venir a ayudar a estas personas, termina diciendo doña Candelaria mientras muy alegremente continua repartiendo alimento.
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Soy pobre, pero hay más pobres que yo –dice esta mujer campesinas que periódicamente lleva tortas y horchata a los hospitales para los necesitados.