Somos mal hechotes.

16 de julio de 2012

Somos mal hechotes.

El pasado viernes 13, en Monterrey, un camión de carga, con todo su peso, subió al segundo piso del estacionamiento de una plaza comercial. ¿Cuándo se imaginó el conductor que en un instante sentiría cómo se abre el pavimento y se lo devora el vacío? El susto duró poco. Cuando todo quedó quieto, supo que estaba vivo. Posteriormente comprendió que el piso-techo se venció y su camión cayó sobre cuatro automóviles ahí estacionados.
Este hecho nos recuerda varios otros. Por ejemplo, aquel que sucedió apenas hace un año, también en Monterrey, en el que una bailarina estacionó su automóvil en el tercer piso de un estacionamiento. Cuando quiso partir ¡se equivocó! En lugar de salir en reversa de su cajón de estacionamiento, se fue de frente derechito al vacío. Su auto cayó en el patio de una casa en el que por cierto, ya había caído otro vehículo de ese estacionamiento.
Como un tercer caso, permítanos comentarle que en marzo de 2007, un puente peatonal, en el Distrito Federal, al que le faltaba un pedazote de piso, fue testigo de la caída de una persona. Mientras la auxiliaban, llegó un helicóptero para transmitir la noticia por televisión. En ese momento una segunda persona cayó de nuevo. La cámara lo grabo todo. Se ve cuando la segunda persona camina por el puente peatonal y como la tierra lo llama para estrellarlo en el pavimento del periférico de la capital de México. ¡Sorprendente escena!
Pero ¿por qué sucede esto? Porque somos malechotes. Ya sea por desidia, por tacaños, por corruptos, por ignorancia o por robo resulta que construimos estacionamientos diseñados para autos y no indicamos el peso máximo autorizado. Resulta que los protectores de un estacionamiento no logran mantener los autos dentro del estacionamiento y estos caen como lluvia en el patio de una casa. Resulta que dejamos puentes peatonales sin piso por dónde caen personas a un periférico.
Parece chiste. Pero le invito a recordar aquellas cosas que usted ha tenido que repetir más de tres veces porque no salen bien a la primera. Es desesperante pero es culpa de todos. Vivimos en un país en el que nos da flojera hacer las cosas bien a la primera, y generalmente es porque no sabemos cómo hacerlo bien. Es triste, pero así es.


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