Pintado de Azul
08 de enero de 2014
Hace 25 años, el 8 de enero de 1988, nació en esta capital un organismo pensado y diseñado para acompañar y/o encabezar a los meridanos en su lucha política y social, tan necesaria y tan relegada entonces, entre otras cosas por la falta de un verdadero y auténtico liderazgo: El Frente Cívico Familiar.
Su representante y director era el señor Guillermo Vela Román, quien oficialmente era uno más del comité organizador. La meta y objetivos eran por demás claros, y urgentes, según la agrupación: evitar una debacle social, principalmente por la conducción inadecuada del gobierno y la falta de interés o la casi nula participación social en asuntos de incumbencia común.
El primer acto masivo y exitoso del Frente Cívico Familiar fue un “apagón” generalizado en esta capital, en protesta por el paquete económico del gobierno en turno, y sobre todo por las elevadas tarifas de Comisión Federal de Electricidad. Miles de hogares y comercios quedaron a oscuras durante un lapso y, si no encontraron eco oficial, al menos dieron una muy grata bienvenida al nuevo movimiento cívico, al que de inmediato otorgaron su voto de confianza.
Las ideas y puntos de vista del citado Frente, sus acciones y quejas tenían una gran similitud y coincidencia con las de Acción Nacional, partido con el que lograron estrecha mancuerna. Al paso del tiempo, esas similitudes y coincidencias fueron creando tal colaboración y relación entre ambos, que era no fácil precisar dónde comenzaba y dónde terminaba el otro.
Esa situación, aunada a los intereses particulares y económicos de sus principales representantes, obligó al Frente a marcar un receso en sus actividades, que prácticamente lo postró en el lecho de muerte.
Diario de Yucatán fue, sin duda, el principal promotor e impulsor del Frente Cívico y en un momento dato le pasó la factura: Le solicitó se manifestara en favor del caso Medina-Abraham. Hacerlo hubiera significado una seria afectación económica en el caso de su representante principal, por lo que éste optó por solicitar licencia y ahí comenzó, como advertimos, la debacle de aquel organismo cívico que pedía a los ciudadanos sacrificios personales en busca del bien común, pero en su momento no supo corresponder.