"Los Albañiles"

09 de febrero de 2018

"Los Albañiles"

Hace unos meses nuestra sociedad se vio impactada con una noticia lamentable: se había derrumbado algunos pisos de la construcción de un edifico ubicado sobre la calle 60. De este evento murieron Eder Maury Vázquez Moo, Audomaro Ek Ac, Enrique Javier Torres Hernández (ellos de Yucatán) y Casimiro Bustos Hernández y José Guillén González, provenientes de otras entidades del país.

Ser albañil es un oficio de alto riesgo precisamente por los accidentes que pueden ir desde los leves hasta los mortales, sumado a lo desgastante que es en sí misma la labor.

Siempre me ha parecido digno de admiración que con lluvia o con el sol ardiente de mayo los profesionales de la construcción siguen trabajando, lo mismo en el periférico o lo mismo terminando el techo de una casa particular. No importa si hay frío o si ese día está lloviendo. Están allí.

Por eso siempre me ha parecido de lo más detestable que se utilice a la albañilería, a los albañiles o a lo asociado con ellos como símbolo de lo bajo, de lo poco valioso, de lo indigno, pues.

A mí todavía me tocó escuchar en la primaria aquella frase tan utilizada y que espero que a estas alturas ya no se haga: “Estudia o acabarás siendo albañil”. O sea, en la escuela se aprende de varias maneras y la fuerza de aquello que llamamos curriculum oculto se deja ver cuando a ciertas profesiones se les va a asociando con lo negativo.

Pero vamos más allá, el problema de asociar ciertas profesiones es que se asocia también a quienes lo ejercen.

Por eso hoy en día hay una epidemia de detenciones arbitrarias a albañiles.
Vivo en un fraccionamiento donde la psicosis está a la orden del día debido a los robo de casa-habitación. Siempre que hay un robo y lo publican en el grupo de vecinos del Facebook saltan los comentarios como “de seguro son los albañiles”.

No es de extrañar esos comentarios si desde niño nos enseñan que ser albañil es malo, que es sinónimo de pobreza y consecuentemente propenso al robo. Y desde luego lo anterior trae como consecuencia que siempre sean tenidos como sospechosos. No importa lo que pase, el primer sospechoso es alguien que se dedica a ser albañil.

Los prejuicios se transforman en discriminación cuando se llevan a la práctica. Entonces los primeros en ser detenidos y cateados son ellos.

Todo lo anterior se debe a que tenemos una educación basada en el aspecto. Nuestros prejuicios y nuestros estereotipos están relacionados en cómo la gente se ve. Y esa idea nos ha acompañado dese hace siglos como sociedad mexicana.

Hemos construido prácticas de trato de acuerdo a cómo la gente se ve y de acuerdo a lo que la gente se dedique. Y de manera paralela le hemos asignado una jerarquía a las personas con base en ello.

Ya es momento de romper con esos paradigmas del aspecto, de acabar con esa frase de “cómo te ven te tratan”.

Muchas violaciones a derechos humanos están relacionadas con el aspecto de las personas, en cómo están vestidas, de acuerdo a lo que dedican, en qué “parecen sospechosas”.

Eso es un problema no sólo porque es injusto e ilegal sino porque quienes realmente cometen delitos, personas realmente peligrosas y de quien debemos tener cuidado andan por la vida con otro tipo de ropa y dedicándose a las cosas más variadas.

Dejemos de tratar a la gente de acuerdo a cómo se ve.

Facebook: Armando Rivas Lugo
Twitter: @Trinkt

 

Nota escrita por

Armando Rivas Lugo

creación sitios web