Leyendas revolucionarias de santos que resistieron el fuego
20 de noviembre de 2012
La llegada de la Revolución Mexicana a Yucatán con las tropas del general Salvador Alvarado marcó el nacimiento de innumerables leyendas religiosas que todavía se cuentan los fieles católicos de Mérida y pueblos de la entidad.
En la memoria social se recuerda que 1915 fue un año en que lo soldados se cerraron las iglesias de Yucatán y se quemaban las imágenes de los santos.
Con sus luces y sombras, el general revolucionario Salvador Alvarado gobernó el Mayab de 1915 a 1917, un mandato militar que persiguió al clero yucateco y sacerdotes.
En septiembre de 1915, el general Alvarado ordenó quemar retablos e imágenes y la catedral de Yucatán, que se convirtió en caballeriza de sus tropas. De ese incendio se recuerda la destrucción del Cristo de las Ampollas de Ichmul original que fue llevado desde su pueblo natal a Mérida en 1645.
De esa época de gobierno anticlerical, en Tizimín se cuenta una asombrosa leyenda que protagonizan los Tres Reyes de la ciudad. Soldados montados a caballo lazaron a las tres estatuas coloniales en el altar con la intención de sacarlas a la calle para quemarlas. Sin embargo, los Tres Reyes Magos se volvieron tan pesados que las sogas de los militares se reventaron muchas veces.
La misma historia se cuenta en el municipio cebollero de Ixil, donde la venerada imagen de San Bernabé Apóstol venció los intentos de arrástralo a la calle con los lazos de las tropas alvaradistas. En este caso, ninguna de las sogas resistió al extraño peso que la imagen del santo adquirió ante los deseos de convertirlo en una pira en la plaza de pueblo.
En septiembre de 1915, el general Alvarado ordenó quemar retablos e imágenes y la catedral de Yucatán, que se convirtió en caballeriza de sus tropas.