La mujer de la 48, un día… lo tuvo todo
12 de mayo de 2016
”Ahorita mientras no hay sol, estoy soportando la sombra; pero cuando ya viene el sol, ni modos tengo que buscar a donde voy, me quede sola”
Con 60 años a cuestas, en la esquina de la calle 48 con 77, doña Luzbelia Adrián del Río, a penas y puede moverse, entre sus viejas cobijas y unas cuantas bolsas con lo que en algún momento, fueran sus pertenencias, relata el viejo recuerdo que tiene, cuando en su infancia viajaba desde su pueblo, en compañía de sus padres, a esta ciudad para poder cambiar su estilo de vida.
Con la mirada perdida, busca en sus memorias… con escasas palabras dice: mi padre era carnicero, veníamos los tres y compramos una casa en la plaza, aunque ahora no recuerda el camino de vuelta.
”Ya tiene muchos años, desde que estaba en el Pueblo, venia yo con mi mamá, mi papá, compramos una casa aquí en la plazuelita, a media esquina, veníamos de Mérida al Pueblo, teníamos casa en el pueblo, había rancho del pueblo, como también era carnicero mi papá”.
Recostada, en precarias condiciones, con una gran cantidad de manchas en la piel, que bien podría ser una fuerte infección, con el cabello desaliñado y las marcas del tiempo, asegura que lo tuvo todo, un hogar, una familia, tres hijos…. Pero ahora, de eso nada queda, pues dice, se quedó sola, todos se olvidaron de ella…
Con extrañeza nos mira y se niega a querer trasladarse a un albergue o recibir ayuda alguna, asegura que esa calle es su hogar, con el pasar de las horas cambia de posición o de sitio, para poder resistir los incesantes rayos del sol, asegura caminar para conseguir su propia comida pues dice, los vecinos no la quieren ahí…
”Sabiendo ya la realidad de lo que es, tengo casa, ¿Qué come? Lo que yo pueda ¿Los vecinos le traen comida? Al contrario no quieren que yo coma”.
A lo largo de nuestra platica, respondió nuestras preguntas, por momentos perdía la noción, no hilaba ideas, repetía lo mismo, pero siempre de forma amable respondió, en su mente quedaron los recuerdos, quedo su familia, ahora enfrenta la vida así, sola y con los estragos del tiempo, de la enfermedad, de la vida que no pudo disfrutar… al retirarnos se despide, desea un buen día, y tal como la encontramos, sigue hablando sola…
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Desde hace varios años habita en la calle 48 entre 77 y 79, a pesar de tener un hogar, al cual no sabe regresar.