En la pobreza no hay vacaciones…

04 de agosto de 2016

En la pobreza no hay vacaciones…

Con una mirada cansada y los ojos al límite del desborde, una que otra lagrima no soporta más, resbala y abre camino entre sus mejías, recuerda que a sus 76 años ella no conoce que son las vacaciones, acepta que en la pobreza y en las casas de cartón, no existen lujos, no hay playas, no hay hoteles, ni comidas en centros comerciales, no hay boletos de aviones, ni paseos al extranjero, no hay fotografías, ni recuerdos,  doña Severiana Perera Loria, vive en la pobreza extrema.

Con una voz que se agota con cada palabra, pero que recupera energías al recordar sus ganas de luchar por esta vida.

“Si con trabajo me sostengo porque cree que tengo porque ves que me siento triste, lo ve la gente, pues donde vas agarrar, ahorita que quieres tomar una coca no hay, quieres comprar una bolsa de fab no hay, como vas a ir de vacaciones, no hay vacaciones, no hay parques, no hay nada, ahora está muy dura la vida ahora que estamos pobres, está muy duró, durísimo, hasta donde ha llegado el grado de nosotros”.

Ella a diferencia de muchos, los días de vacaciones son como cualquier otro, desde muy temprano se levanta, suele comer frijoles, pan o Minza, dependiendo si el dinero alcanza.

Habita en una casa de cartón de no más de cuatro metros cuadrados, ahí tiene dos hamacas, una es suya y la otra de su hija, al fondo de la vivienda tiene una mesa que sostiene unos cuantos trastes de plástico.

Por dentro el calor es insoportable, para aquellos que no están acostumbrados, claro, lamentablemente a doña Severiana no le queda de otra más que aguantar las altas temperaturas provocadas por las láminas de asbesto .

Ella es costurera, suele hacer blusitas, shorts o cualquier encargo de los vecinos, que al igual padecen las de Caín, por las tardes sale a pregonar las prendas que ella misma fabrica a las cuales les gana de dos a tres pesos.

A ella no le preocupa que lugar visitará, que playa o que ciudad, a su edad y ante la pobreza, lo que le ocupa la mente es la muerte.

 

“Lo que me preocupa más es como voy a morir, es lo que pienso, ojalá que Dios quiera que yo no sufra mucho que yo no perjudique a nadie de mis hijos cuando yo me muera que sea rápido para no perjudicar, porque demasiado mis hijos han sufrido, y yo espero en Dios que me lleve de lo más rápido, en una casa así no, tanto calor que hay, tampoco”.

Para doña Severiana durante el verano no hay descanso, sólo más trabajo y carencias

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