El Zarpazo

06 de enero de 2017

El Zarpazo
Creo que la revista National Geographic nunca se imaginó el estruendo que iba a generar su más reciente número llamado: Género, la revolución. De hecho en varios medios de comunicación han realizado notas y reportajes de la polémica que levantó la revista. Lo interesante es saber las razones de por qué ha levantado tanto polvo esta publicación. La razón es sencilla, la revista retrata la construcción del género en diferentes culturas, espacios y momentos, lo que lleva a la conclusión de que el género es una construcción social y no algo dado desde la biología. Nada nuevo para la antropología y la psicología que desde hace décadas han mostrado una y otra vez que ser hombre y ser mujer en una sociedad es diferente a serlo en otra. Y aquí es donde todo se empieza a confundir. Los detractores de la ideología de género confunden sexo con género. Dicen que sólo nacemos o con pene o con vagina. Y pues en general sí (aunque también hay personas intersexuales). Lo que se le olvida a esa gente es que lo que varía es el significado, los atributos, las aspiraciones y cómo se espera que se comporte un hombre o una mujer en una sociedad determinada. Bueno, pues eso es el género. Y esa es la construcción social. Lo que se considera propio de los hombres y lo que se considera propio de las mujeres ha variado en los últimos 100 años. Por ejemplo, las mujeres no usaban pantalón en el siglo XIX y los hombres usaron el pelo largo y aretes durante algunos años. Claro, son ejemplos muy someros pero el punto es mostrar que el género cambia, varía, se modifica y eso es lo que nos está mostrando la revista de National Geographic.
Siempre me he preguntado por qué las personas se sienten amenazadas ante esa información y no sólo eso sino que pugnan para que la revista deje de “desinformar”. Una rápida visita al facebook de National Geographic deja ver los comentarios de lectores que, además, amenazaron con dejar de seguir y de comprar la revista. Mi respuesta es que las personas creen que el género es algo muy frágil y se sienten tan inseguras que consideran que cualquier publicación va a modificarles su identidad. Piensan que si un niño o niña lee esta información se va a confundir. Entonces creen que la niñez es tonta e incapaz.
Pero además nadie se va a confundir. Quienes se identifican con uno u otro género y quienes siempre se han considerado de otro género lo han sentido desde temprana edad y sin que en esto haya influido ninguna publicación. La identidad de género es muy compleja como para que sea influenciada o modificada por un agente externo. Mucho menos se va a volver moda cambiarse de sexo o de género, simplemente se va a reconocer legalmente para quienes lo son y para quienes en el futuro lo sean.
La buena noticia es que hay otros tantos comentarios felicitando a National Geographic por dedicar una de sus publicaciones a este asunto tan interesante. Está abordado bajo un enfoque ameno pero sin perder ese toque de ciencia accesible, con un lenguaje sencillo para un mayor entendimiento de sus lectores.
Es importante destacar que en la revista escriben prominentes antropólogos, biólogos y psicólogos de diversas partes del mundo, no es poca cosa y los datos no están sacados bajo la manga.
Esperemos más ediciones y de otras revistas para seguir asestando duros golpes contra quienes quieren esencializar el género, esta publicación demuestra lo que tanto quieren negar y no quieren entender: el género es un producto social. Y de paso ojalá la puedan leer quienes sí están confundidos y piensan que género y sexo es lo mismo.

Nota escrita por

Armando Rivas Lugo

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