El problema de la legalidad.
10 de julio de 2012
Debido a que pocos mexicanos confían en las leyes, muchos hacen lo que quieren. El problema es que, en general, todos queremos que las leyes se cumplan en los bueyes del compadre. La desconfianza es grande, tan grande que hemos caído en el ridículo de tener una sobrerregulación en todos los ámbitos de la vida nacional. Son tantas las leyes que difícilmente se pueden cumplir sin que todo se paralice. Por eso los mexicanos hemos aprendido ha aceitar, es decir, soltar una lanita para que las cosas sucedan.
Tan lejos ha llegado la situación que en muchos negocios ilícitos la policía está involucrada. En muchas partes del país la gente no se atreve a demandar porque siente que al hacerlo está exponiéndose ante el mismísimo malhechor.
Lo más grave de este asunto es que la desconfianza es tal que, cuando algunos han obrado bien, los malosos lo acusan de actuar ilegalmente y la gente, simplemente lo cree.
En Yucatán nos hemos caracterizado por ser una sociedad que denuncia, que tiene la confianza de reclamar los abusos. Y al decir de varios expertos, ésta es la razón por la que Yucatán es un estado seguro.
Pero ¿y a qué va todo esto? Permítame comentarle. Resulta que López Obrador y su gente acusaron a Soriana por comprar votos a favor de Peña Nieto. La molestia del PRD fue tal que en la Ciudad de México clausuraron dos tiendas en las que trabajaban más de mil personas. Por su parte, Humberto Fayad, director Comercial Corporativo de Soriana, rechazó que el PRI haya comprado los monederos electrónicos y dijo que las afirmaciones del equipo de López Obrador son inconsistentes. Soriana protegió a su personal y lo reubicó en otras tiendas, aunque muchos de los empleados ahora tienen que viajar grandes distancias para llegar al Soriana que le asignaron.
Para muchos, el caso Soriana es tan sólo un montaje y una farsa del equipo de López Obrador. De ser cierto, resultaría que el que desea acabar con la corrupción es corrupto y mentiroso. ¿A quién creer? Este es un verdadero problema. Porque en un país de ilegalidad, quizás el que llega a vendernos la legalidad ya la ha secuestrado. Sin embargo, lo único que nos queda es seguir batallando contra los malosos y exigiendo a todas las autoridades, sin importar del partido que sean, con la esperanza de que algún día México sea un país de instituciones y legalidad.
Editorial del 10 de julio de 2012.