El Papa Francisco aboga por un mundo más justo, solidario y fraterno.
24 de julio de 2013
El papa Francisco puso hoy al pueblo latinoamericano bajo la protección de la Virgen de Aparecida, la patrona de Brasil, exhortó a los fieles a no perder la esperanza y afirmó que aunque el “diablo, el mal, existe, no es el más fuerte, el más fuerte es Dios”.
El obispo de Roma también pidió a los padres y educadores que transmitan a los jóvenes los valores que les hagan artífices de un mundo más justo, solidario y fraterno.
Francisco hizo estas manifestaciones en la misa que oficia en una mañana fría y lluviosa en el santuario mariano de Nuestra Señora de Aparecida, a 245 kilómetrosde Río de Janeiro.
Francisco viajó a Aparecida para postrarse a los pies de la virgen negra, pedirle por el éxito de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud y poner al pueblo latinoamericano bajo su protección.
“Hoy, en vista de la Jornada Mundial de la Juventud que me ha traído a Brasil, también yo vengo a llamar a la puerta de la casa de María -que amó a Jesús y lo educó- para que nos ayude a todos nosotros, Pastores del Pueblo de Dios, padres y educadores, a transmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno”, afirmó.
Agregó que para ello es necesario que los hombres “mantengan la esperanza, se dejen sorprender por Dios y vivan con alegría”.
Sobre mantener la esperanza, señaló que aunque en la vida se presentan muchas dificultades, “Dios nunca deja que nos hundamos”, y aseguró que aunque “el diablo, el mal, existe, no es el más fuerte. El más fuerte es Dios y Dios es nuestra esperanza”.
Manifestó que hoy día los jóvenes sienten la sugestión de tantos ídolos “que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza, como son el dinero, el éxito, el poder, el placer” y que ello se debe a la sensación de soledad y vacío que sufren “y que les lleva a la búsqueda de compensaciones de estos ídolos pasajeros”.
El Papa exhortó a los adultos a ayudarles a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor, y pidió a los fieles vivir con alegría, “ya que un cristiano es alegre, nunca triste y no puede ser pesimista, no puede tener el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo”.
Francisco había previsto viajar desde Río de Janeiro a Aparecida en helicóptero, pero debido al mal tiempo reinante en la zona lo hizo en un avión que aterrizo en el aeropuerto de San José dos Campos, a unos 80 kilómetros de Aparecida y desde allí se trasladó en helicóptero hasta el santuario mariano.
El obispo de Roma pidió a los padres y educadores que transmitan a los jóvenes los valores que les hagan artífices de un mundo más justo, solidario y fraterno.