150 familias invaden el sur del sur profundo

11 de mayo de 2015

150 familias invaden el sur del sur profundo

Con su miseria acuestas y a sabiendas de que era ilegal, unos 150 meridanos resolvieron levantar sus casuchas al sur del Sur Profundo, más allá del periférico, por Xmatkuil, donde aterrizaron hace aproximadamente seis meses.

Nada tienen: ni luz, ni agua y a veces ni comida. ¿Basura? La generan los ricos, ellos no desaprovechan nada, construyen sus cuartuchos con láminas, cartón, tablas, sogas y telas, con todo lo que otros, privilegiados, han desechado.

Marginados aún de los marginados, sin propiedades ni futuro, ahí tienen su morada. Niños y niñas corretean por aquel terreno, descalzos y en calzones, seguidos por una nube de polvo, polvo de desigualdad, vergüenza social y oprobio de las autoridades.

Aquella superficie donde aterrizaron como paracaidistas, al parecer pertenece al gobierno del Estado. De ellos no es y lo saben, ¿les preocupa? Sí, pero más les preocupa cada amanecer que no encuentran trabajo: ellos son obreros, albañiles, carpinteros y herreros y llevan su pregón calle por calle, a ver quién los ocupa.

¿Que si tienen baños, servicios sanitario? Ni preguntar lo obvio. De cuando en cuando el chofer de una pipa de riego del Ayuntamiento se apiada de ellos y les regala agua. Viven hacinados en pequeñísimas chozas donde cuelgan sus hamacas como telarañas para que todos quepan.

Algo tienen en común: la necesidad. Suemy Millán Cervantes nos comparte algunas de las razones que la llevaron al sur del Sur Profundo:

 “Pues la necesidad para ya no estar pagando las rentas, si porque es mucho las rentas y ya no es de nosotros,  pagamos y pagamos  y nunca tenemos nada propio, entonces estamos acá luchando aunque sea que no hay agua, no hay luz, para ver si se nos da el terreno”

¿Razones de la invasión? Las hay de sobra, las liga la miseria. Ana Laura Meseta Dzab interviene y dice:

 “No tenemos casa, la renta está muy alta, ya esta tan alta la renta, que opté mejor por venir a invadir, con lo que gana mi marido es poco la verdad"

La presencia de nuestro reportero reunió de inmediato a todos aquellos aviadores. Todos querían hablar y todos lo hicieron: no hay trabajo, nadie nos apoya, pero como sea saldremos adelante, afirman la valentía que nos inyectala última esperanza.

En entregas subsecuentes les informaremos de este, uno de tantos asentamientos irregulares de la ciudad.

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Casuchas de cartón, láminas y tela se levantan sobre cimientos de miseria, vergüenza social y oprobio de las autoridades.

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