Sigamos con las puertas abiertas
26 de julio de 2021
El mejor halago que puedo recibir en tierras yucatecas, es cuando un oriundo de esta noble tierra del Mayab exclama: “Tú ya eres yucateco”, incluso, de acuerdo con la Constitución Política del Estado, yucateco es todo aquel que pasa más de seis meses viviendo bajo los usos y costumbres de este maravilloso Estado del Sureste mexicano.
Nací y crecí en una ciudad insegura, vivíamos azotados por una delincuencia diferente a la que se vive en el norte de México. En Caracas, no reina como tal el crimen organizado, sino el hampa común, pero es igual de atemorizante. ¿La diferencia? La delincuencia organizada ordena los asesinatos, con el otro es un juego al azar, un día la muerte le toca al desconocido, al otro al vecino, al siguiente al familiar, mientras uno sigue rezando no estar en ese número de la lotería.
En la etapa de adolescencia, un grupo de amigos leíamos -a través de la revista Gatopardo- las historias de los sicarios en la vecina Colombia. Recuerdo, una crónica en particular de la devoción de los que tienen por oficio ser “asesinos a sueldo” por la Virgen María Auxiliadora. Esto, para colocar su riesgoso oficio bajo el manto de la una de las imágenes más pura de la religión.
En aquel texto, cuyo autor no recuerdo, decía que los sicarios no iban a misa los domingos, sino todos los martes para rezar por protección. Especificaba que estas personas tenían tres imágenes de la Virgen en diferentes partes del cuerpo: una, en el pecho, para evitar ser ellos los asesinados; otra, en la mano para que la imagen divina les propine mayor puntería a la hora de jalar el gatillo; y una última en el tobillo, para que la Virgen les permita escapar.
En este lustro, hemos sido testigos de dos casos evidentes de sicarios. En el año 2017 con el feminicidio de Emma Gabriela Molina Canto y, la semana pasada, con la muerte de Teresa Vega Cuellas en San Pedro Cholul. Son dos casos similares por las circunstancias y porque todo apunta a que fueron realizados por sicarios.
Recordarán que comencé hablando de lo maravilloso que es vivir en este Estado, ya que pese a este horror, en ambos casos los presuntos sicarios fueron aprehendidos; los últimos en apenas horas después de perpetrar sus atrocidades.
Sigamos con las puertas abiertas, conociendo a nuestros vecinos para así, detectar a tiempo los que no actúan bajo los usos y costumbres de Yucatán y avisar a nuestras autoridades, tal como lo hizo Adrián Couoh Aké, el responsable de atrapar a los criminales y que perdió la vida gracias a su heroica acción.
escrito:
Ronald Rojas
Opinión de Ronald Rojas