“¿Qué cosas suceden con el apagón?..”

Entre los temas que se han apoderado de la agenda, el de los apagones rebasa por mucho a Yuri, quien cantando nos recuerda las cosas que suceden con el apagón.

En su artículo de ayer, Javier Tejado, analista en telecomunicaciones, dictó sentencia al indicar que los apagones de estos días, además de penosos, porque no se tomaron las medidas preventivas que se requerían, costarán a México miles de millones de pesos, pero “también nos deja ver que si desde Estados Unidos nos cierran la llave del gas natural, paralizan en menos de dos horas a todo el norte del país”.

De esta manera, los apagones originados por la fuerte nevada que azotó Texas y el norte de México muestran lo dependientes que somos del gas natural que nos envían los gringos.

Por su parte, el analista de negocios, Jonathan Ruiz, nos explica el origen del problema: debido a que el gas natural que nos vende Estados Unidos era muy barato, dejamos de invertir en producirlo y se tomó la decisión de comprárselos. Hemos abandonado tanto el gas natural que hoy Pemex pierde el equivalente a mil millones de pesos al mes porque no tiene la infraestructura para usarlo y lo quema en la atmósfera.

El incremento de la demanda de este producto a nivel mundial permite prever que el valor del gas natural aumentará, por lo que nuestra luz será más cara. Sin embargo, la mayor parte del costo de nuestro recibo de luz es por la distribución, no por la producción, pero como no hay dinero para modernizar el sistema de transmisión nacional, el costo por este rubro tampoco va a disminuir.

También debemos descartar la alternativa de almacenamiento de gas natural, la de almacenamiento de energías renovables o el incremento en la producción de dicho gas porque no hay dinero para invertir en ello y el gobierno no quiere que entren empresas privadas.

 Así que solo nos queda producir electricidad quemando “el inútil y sucio” combustóleo, con las consecuencias de ir en contra de las políticas del presidente Biden, quien ha decidido no quedarse de brazos cruzados ante el calentamiento global, o prepararnos para recibir las sorpresas que suceden con el apagón.