"No hay luz..."

“No hay luz”, la frase que más se dijo el pasado martes cuando cerca de 2 millones de usuarios de la Península de Yucatán se quedaron sin energía eléctrica. Y el caos comenzó, Yucatán, Quintana Roo y Campeche se apagaron, pero era como si a nosotros los ciudadanos nos hubieran apagado el chip.

Y es que hubieron daños colaterales, fallo del servicio de telefonía celular, desabasto de agua potable, caos vial, entre otras calamidades. Las comodidades a las que estamos acostumbrados, no las teníamos, es más las valoramos. Los poco más de 40 grados de temperatura que resentíamos no ayudaron mucho, la mayoría andaba desesperado.

El apagón hizo que compañeros de trabajo platicaran cara a cara, haciendo a un lado computadoras y teléfonos, lo mismo sucedió en los hogares. En algunas escuelas los maestros optaron por sacar a los alumnos a tomar clases bajo la sombra de algún árbol.

De parte de la Comisión Federal de Electricidad división Peninsular, hermetismo total, solamente en su cuenta de Twitter informaban que el problema era en toda la Península y que estaban trabajando para solucionarlo, más tarde el director general de la CFE informó a un medio nacional que la falla fue en una línea de transmisión de alto voltaje que corre entre los estados de Tabasco y Campeche.

Lo sucedido me trajo a la mente el paso de los huracanes Gilberto e Isidoro, que nos dejaron sin energía eléctrica y otros servicios, pero no nos estresamos o desesperamos, al menos no a los niveles de ahora. Varios años han pasado e indudablemente la tecnología nos ha superado, dependemos de ella. Póngase a pensar lo que ocurriría si un fenómeno natural golpeara de nuevo la Península.

Las autoridades afirman que el restablecimiento de los servicios sería más rápido, pero seguramente para los ciudadanos, debido a nuestra dependencia y al ritmo de vida que llevamos, sería una eternidad.