Isidoro, a 23 años de la destrucción en Yucatán

19 de septiembre de 2025

Isidoro, a 23 años de la destrucción en Yucatán

Si la noche del 14 de septiembre de 1988 fue la más larga para los yucatecos, la del 22 de septiembre del 2002 fue eterna.

Isidoro, el segundo huracán de la temporada en el Atlántico, para ese día, que cayó en domingo, era ya una amenaza eminente.

La mañana de ese domingo era común ver que las velas, veladoras, agua, pan, pilas, cintas y todos los artículos no perecederos eran vaciados de los aparadores de las tiendas y supermercados. La memoria colectiva todavía no olvidaba el paso de Gilberto, el 14 de septiembre de 1998, el cual dejo muy marcados a los yucatecos.

Era ya la tarde de ese día de misa. Hasta los menos creyentes oraban para que esa alerta roja vaya cambiando de color hasta ya no representar peligro, pero la suerte ya estaba echada para nuestra entidad. El impacto ya se podía sentir en su inicio aquella tarde del 22 de septiembre.

Isidoro no llegó con todo el potencial, comparándolo con Gilberto, pero se mantuvo horas en la entidad, causando grandes destrozos en las ciudades y mortandad en el campo yucateco.

Cuando el sol se ocultó fue cuando el fenómeno demostró más fuerza. La energía eléctrica en ese momento ya no nos acompañaba para hacernos la vida fácil. El común denominador en los hogares era la pálida luz de las velas, que alumbraban los rostros de angustia, mientras se informaban a través de la radio, específicamente Cadena RASA, único medio que se mantuvo en pie durante el fenómeno.

Puntualmente se transmitían daban datos del huracán y hacían servicio social al solicitar ayuda de enseres para personas en los refugios, los cuales fueron puestos a prueba por su capacidad, a veces rebasada, y por el personal que trabajaba a marchas forzadas.

En los parlantes de los aparatos radiofónicos, alimentados por energía de las baterías, se oían las voces de los comunicadores interactuando con los gobernantes de ese entonces. Patricio Patrón era gobernador, y Ana Rosa Payán, alcaldesa de Mérida. 

La madre naturaleza ese día nos enseñaba que, ante una adversidad como esa,  lo mejor que el ser humano puede hacer unirse con su propia especie, para su preservación.

Personal de los hospitales también fueron puestos a prueba ante una fuerza incontrolable como la de este fenómeno, y, al mismo tiempo, entre el propio personal e internos elevaban plegarias al todopoderoso para que todo pasara, todo terminara.

Mientras, algunas personas con ideales diferentes se atrevieron a hacer rapiña en tiendas departamentales, y salieron a la luz imágenes de personas que arriesgaron su vida por un televisor.

Isidoro, a 23 años de la destrucción en Yucatán

Entre la frecuencia de la Gran Cadena RASA y los sonidos de los vientos que alcanzaban rachas de hasta de 220 k/h, las horas transcurrían. Fueron 35 en total, 35 horas en las que el fenómeno demostraba una vez más a los yucatecos que somos una especie más en este universo.

Isidoro dejo destrucción y muerte en Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas, en lo que corresponde México, pues su misma trayectoria errática hizo que llegara a los Estados Unidos, específicamente en Luisiana, Misisipi y el sur de Nueva Orleans, en EE. UU.

Si bien Gilberto fue la lección para una cultura de prevención, Isidoro fue el examen que la madre naturaleza nos puso para saber si la aprendimos.

Para los yucatecos es difícil olvidar lo vivido, lo perdido y lo aprendido. Hace ya 23 años hoy, 23 años desde que los yucatecos empezamos casi otra vez de la nada, a recuperar el campo, escuelas, hospitales, restablecimiento de energía eléctrica y, en esta ocasión, un nuevo ingrediente, el internet y los teléfonos inteligentes, que para el 2002, a pesar de estar en pañales, eran ya un medio de comunicación inmediata para informar, sobre todo a los familiares de otras latitudes sobre el recuento de los daños.

Han pasado 23 años de que el último gran huracán tuvo presencia en la entidad. Nos enseñó a los yucatecos de qué estamos hechos.

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Rigel Alonzo

• Recuerdos de uno de los más poderosos huracanes que han azotado a la península.

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