En la Opinión de Andrea Zapata

Cada noviembre, el corazón de Yucatán late al ritmo festivo de Xmatkuil, lo que hoy conocemos como la Feria Yucatán Xmatkuil es mucho más que juegos mecánicos, conciertos y gastronomía. Es una tradición que se ha transformado a lo largo de cinco décadas, convirtiéndose en el evento agropecuario, industrial y cultural más importante del sureste de México.

La historia de esta gran fiesta comienza oficialmente el 8 de noviembre de 1974. En aquella época, sus cimientos se pusieron sobre apenas 10 hectáreas de la antigua hacienda henequenera de Xmatkuil, donde se realizó la Primera Feria Nacional Agrícola, Ganadera, Industrial y Artesanal del Estado de Yucatán.

En su primera edición, la feria se enfocó en mostrar lo mejor del campo yucateco, con cerca de cien expositores y una muestra ganadera modesta, pero prometedora, sentando las bases de su vocación agrícola y ganadera.

Con el paso del tiempo, el evento demostró ser un espacio vital para la economía y la cultura regional, las instalaciones crecieron de manera significativa y la feria se consolidó rápidamente como una vitrina del desarrollo local y como un punto de encuentro esencial para las familias del Estado.

A las exhibiciones comerciales se sumaron con fuerza las atracciones como los juegos mecánicos, los espectáculos circenses y, por supuesto, una vasta y variada oferta gastronómica. Además, el Palenque y el Teatro del Pueblo se convirtieron en escenarios de importantes artistas nacionales e internacionales, atrayendo a multitudes que buscan entretenimiento de primer nivel.

Con el paso del tiempo la feria ha sabido adaptarse, integrando tecnología y manteniendo viva la esencia de la vaquería y la jarana, que le rinden tributo a las profundas raíces yucatecas.

Hoy, la Feria Yucatán Xmatkuil recibe a millones de visitantes cada año, es un evento masivo que honra su legado agrícola y ganadero mientras celebra la modernidad, la cultura popular y el inconfundible espíritu de la comunidad yucateca.