El espejo roto...

19 de diciembre de 2016

El espejo roto...

Por fin el periférico no tiene más semáforos. La visión que tuvieron administraciones anteriores y la continua mejora en su infraestructura permitieron que la administración actual, con la inauguración de los distribuidores viales Calle 39 y Tixkokob, libere de semáforos al anillo periférico.

El anillo periférico es una obra vial de 50 kilómetros de longitud que consta de dos cuerpos, cada uno con tres carriles, además de los laterales, en aquellos tramos donde los hay.

Al tiempo que el periférico se libera de sus semáforos, el parque vehicular crece. Actualmente consta aproximadamente de medio millón de vehículos, uno por cada dos ciudadanos. El tráfico, inexistente hace apenas pocos años, se convierte cada día en una fuente de stress para los meridanos. Sin el periférico, la ciudad sería un caos. Los que tienen vehículo particular lo saben, y también se saben afortunados frente a los usuarios del servicio público.

Los fragmentos del espejo roto reflejan escenarios distintos. Enormes camionetas, las menos, ocupan más espacio y devoran mayor cantidad de combustible, al tiempo que proporcionan comodidades inimaginables a sus pasajeros. Motociclistas arriesgan sus pellejos al surfear entre los vehículos. Personas con dificultad para conducir hacen malabares para ingresar al periférico. Señalización deficiente ocasiona accidentes en los que nadie tuvo la culpa. Aseguradoras abusivas ofrecen gato por liebre. Ciudadanos, como usted y como yo, preocupados ante la perdida de sus ingresos, meditan entre continuar de “martillo” en el servicio tradicional o darse de alta en Uber. Además se observa, por todas partes de la ciudad, la paciencia, que en ocasiones parece infinita, de multitudes haciendo cola para acceder al camión

Pero todos estos escenarios, sin tráfico, son sólo eso. Con tráfico nos transformamos. El stress se apodera de cada uno y la descortesía, la imprudencia, la prepotencia empiezan a surgir por dentro de los conductores convirtiendo cada vehículo en un posible verdugo.

 

El periférico sin semáforos es un gran alivio, pero mientras siga privilegiándose el uso privado del vehículo, el tráfico crecerá y no alcanzarán las obras para impedir que nuestros días transcurran atrapados al interior de algún vehículo.

Nota escrita por

Bernardo Laris

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“Cuando el tráfico nos alcance”

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