“Asalto armado en el corazón de Washington”

Desde que el ejército inglés quemó la Casa Blanca y el Capitolio en 1814, no se había visto un asalto armado en el corazón de Washington. Los insurrectos obedecieron al llamado de su presidente y se presentaron armados para boicotear la designación del presidente electo Biden.

De Donald Trump se muy poco, lo recuerdo en un programa de televisión regañando y premiando a jóvenes emprendedores. Lo recuerdo siempre así, alabando o denigrando a quien tiene enfrente. Cuando llegó a la Casa Blanca, pensé que como  presidente de todos los estadounidenses sería respetuoso de los ciudadanos, pero me equivoqué. Nuestros vecinos del norte llevan 4 años con un líder que alaba a quien hace lo que le gusta y desprecia a quien no se alinea a sus berrinches ¡Pobre de aquel país que tenga un presidente con tan nefastas cualidades!

Por ejemplo, ayer por la tarde, me hizo reír cuando salió a decirle a la gente que, aunque les hubieran robado la elección, se fueran a su casa resignados. Hasta ahora, no hay un solo indicio de que les robaron la elección, al contrario, estoy seguro que los demócratas le arrebataron el Senado porque cada vez son más los ciudadanos que se percatan de que su presidente les miente.

En general, los políticos poseen como destreza la actuación, quizás por ello muchos actores y famosos brincan a la política. A los políticos les interesa hacer músculo, y el músculo lo miden en función de la cantidad de gente que son capaces de reunir. Ayer, el presidente Trump utilizó su músculo par crear una una obra de teatro callejera en la que el tema fue un gracioso golpe de estado. Aunque de gracioso no tuviera nada sino más bien, como dicen los fifís, dio pena ajena.