El Espejo Roto

21 de febrero de 2017

El Espejo Roto

Mañana miércoles quemaremos el mal humor y con ello le daremos la bienvenida al Carnaval.

Al parecer, carnaval viene de las palabras carne y levare, es decir, quitar la carne. De esta manera, el creyente se deshacía de la carne que hubiera en casa para dejarla limpia de tentación y cumplir con el ayuno de la carne propio de la cuaresma. Sin embargo, lejos están las fiestas de Carnaval de esta idea de prepararse para no comer carne durante 40 días.

Hay quienes ven en el Carnaval remanentes de las fiestas romanas conocidas como saturnales; o de las dedicadas a Baco, dios del vino, conocidas como bacanales; o incluso de las fiestas egipcias al toro Apis.

Las fiestas públicas al toro Apis eran una expresión de alegría de la comunidad que festejaba la designación de un nuevo toro que sería tratado como dios y que ayudaba a predecir eventos futuros.

Por su parte, las saturnales eran una mezcla de Navidad y Carnaval. Había sacrificio, banquete público, intercambio de regalos y continuo festejo acompañado de la relajación de las normas sociales.

Con respecto de las bacanales, ni que decir, se bebía sin medida, pero al parecer, la depravación era tal que el Senado romano las prohibió.

Entre los pedazos del espejo ya no se distinguen las líneas que diferencian el carnaval de la cuaresma, la cuaresma de la pascua o el adviento de la Navidad. Pareciera que estamos disfrutando de una época en la que hay que disfrutar el hoy y el ahora, en la que requerimos satisfactores para evitar el avance de la depresión. Lejos estamos de valorar los beneficios de la meditación y la introspección.

La mayoría de las imágenes en los fragmentos del espejo traen recuerdos en Paseo de Montejo. La sensación de plenitud al caminar con una cerveza en la mano por la avenida emblemática de Mérida hacía sentir que, por unos días, todos gozábamos los mismos privilegios. Me gustaba pensar que durante el Carnaval, la ciudadanía recuperaba su ciudad.

Por allá, se refleja la imagen de Jacarandoso, con sus gigantescos y llamativos trajes, que durante 37 años fluyó por el derrotero y este año dijo adiós.

Finalmente, algunos fragmentos cargan la imagen de Plaza Carnaval, el pequeño X´matkuil de febrero. La seguridad es el único argumento aceptable para justificar la salida de nuestro carnaval de Paseo de Montejo.

 

Ahora solo falta que entre todos, le demos el sabor del baile, el convivio, el espectáculo y la música de un festejo público que nos deje listos para cuaresma… ¡y todo lo que venga!

Nota escrita por

Bernardo Laris

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Se extraña el Carnaval en Paseo Montejo.

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